Enviados a los pobres

A los fieles de la Iglesia de Tánger: PAZ Y BIEN.

La Iglesia de Tánger celebra cada año, en el Martes Santo, la Misa crismal, expresión de la comunión de todos –obispo, presbíteros, pueblo sacerdotal- en Cristo Jesús.

Esa admirable comunión, significada y representada por vuestra presencia numerosa y festiva en la celebración, la realiza el fuego de la caridad que el Espíritu Santo ha encendido en vuestros corazones: Es él quien os ha ungido, es él quien os ha justificado, es por él por quien tenéis un solo corazón y una sola alma, es él quien os transforma en imágenes vivas de Cristo Jesús para que, en Cristo Jesús, os llaméis hijos de Dios y lo seáis realmente.

Ungidos:

Ése es, queridos, nuestro nombre primero: «Cristos», es decir: «Ungidos», «Crismados», pues “Dios nos ungió –nos crismó, nos hizo de Cristo, nos hizo Cristo-, nos selló y ha puesto su Espíritu como prenda en nuestros corazones” (2 Cor 21b-22). Ése es el nombre que corresponde a hombres y mujeres de la humanidad nueva, de la que Cristo Jesús es principio y plenitud.

Él fue ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo (cf. Hch 10, 38).

De él, ungido Rey, ungido Sacerdote para siempre, se dice: “Amaste la justicia y odiaste la iniquidad; por eso Dios, tu Dios, te ha distinguido entre tus compañeros, ungiéndote con aceite de júbilo” (Heb 1, 9).

Tu nombre, Iglesia ungida, como el de tu Señor, Cristo, habla del cielo abierto, habla del Espíritu de Dios que se abaja hasta nuestra pequeñez, habla de Dios, Padre de Jesús y Padre nuestro, que pone en la tierra su cielo: en Jesús y en nosotros.

Tu nombre –la Ungida-, como el de tu Señor –el Ungido-, es memorial del amor con que Dios te ha desposado y ha hecho contigo una alianza por la que se une a ti para la eternidad: Graba ese nombre como sello en tu corazón, grábalo como sello en tu brazo, como memorial permanente de un amor que es más fuerte que la muerte.

Porque te ha ungido el Espíritu de Dios, tus hijos se llamarán “Sacerdotes del Señor”. Porque tu Dios te ha ungido con óleo sagrado, de tus hijos dirán: “Ministros de nuestro Dios”. Porque “eres la estirpe que bendijo el Señor”, lo invocarás y le dirás: “Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora”.

Pero tampoco a ti, Amada, que has descubierto qué bueno es estar con tu Señor, se te permite quedar bajo la luz del cielo abierto, y habrás de emprender la marcha por los caminos de los pobres.

Para los pobres:

Te lo dice el profeta, lo hace suyo Jesús en la sinagoga, y tú, Iglesia cuerpo de Cristo, te lo apropias en las palabras de tu canto: “El Espíritu del Señor está sobre mí; me ha enviado para anunciar el evangelio a los pobres”.

Ya sabes quién eres. Lo va diciendo tu nombre, el que con amor de elección Dios te ha ofrecido, el que con asombro creyente tú has aceptado y recibido: La Ungida.

Cristo Jesús te ha convertido en un reino, y de tus hijos ha hecho sacerdotes de Dios, su Padre.

Ahora aprendes para quién y para qué eres ungida. El mismo Espíritu que te ungió y que ungió a Jesús de Nazaret, lo envió a él y te envía a ti a los pobres, para que les lleves el evangelio que necesitan oír, un evangelio que ha de ser tan elocuente que en ti, Ungida, como en Jesús, puedan los pobres reconocer el amor que Dios les tiene, puedan ver el sacramento en el que Dios se les hace cercano y liberador.

En Cristo:

Por la fe, estás unida al Unigénito de Dios, al amado, al predilecto. Con él, en la eucaristía, te ofreces al Padre del cielo. En él, fortalecidos con su Cuerpo y con su Sangre y llenos de su Espíritu Santo, tus hijos nos hacemos un solo cuerpo y un solo espíritu. Por él, “cantaremos eternamente las misericordias del Señor, anunciaremos su fidelidad por todas las edades”.

Venid a la fiesta:

Los óleos, que en la Misa crismal bendecimos y consagramos, nos recuerdan lo que somos en Cristo: sacerdotes para Dios, profetas de Dios, un pueblo de reyes.

La palabra de Dios que en esa celebración escuchamos, nos recuerda lo que somos con Cristo: Ungidos por el Espíritu Santo y enviados a los pobres para llevarles el evangelio.

La comunión que hacemos, realiza lo que hemos escuchado, y entonces tú, con María la Madre de Jesús, con los pobres de todos los tiempos, entonarás tu cántico de alabanza al que te amó con misericordia eterna, te unió a su Hijo, y te ungió para que el amor fuese tu ley, tu vocación, tu tarea.

Venid a la fiesta.

A todos os llamo a celebrar conmigo, el martes día 27 de marzo, a las 19:00 horas, la Misa crismal.

Asimismo, a los presbíteros que prestan servicio pastoral en esta diócesis, los invito a participar en el Consejo presbiteral que se reunirá ese mismo día, a las 10:00 de la mañana, en el arzobispado.

Siempre ha sido una buena ocasión para acercarnos a la vida de las parroquias: eso continuaremos haciendo. Naturalmente, también dedicaré tiempo a la vida de la diócesis. Y no faltará tiempo para que todos puedan abordar los temas que consideren oportuno compartir con el presbiterio.

Para la comida, sois todos huéspedes de este hermano menor.

“Jesucristo nos ha convertido en un reino, y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén”.

Tánger, 9 de marzo de 2018.

+ Fr. Santiago Agrelo

Arzobispo