Fiesta grande en Tánger por los 50 años de Cruz Blanca

Ayer 27 de marzo, coincidiendo exactamente con el medio siglo de aprobación canónica de los Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca, ha tenido lugar una eucaristía de acción de gracias en la Catedral de Tánger, en la ciudad que los vio nacer. Estaban presentes unos 25 hermanos y alrededor de 150 personas, entre trabajadores, voluntarios, usuarios de la casas familiares y centros de toda España.

Todas estas personas, junto a una amplia representación de la comunidad cristiana de Tánger y de otras ciudades de la diócesis, han cabido en la Catedral de la Inmaculada Concepción y el Espíritu Santo; no así la alegría y la emoción por este 50º aniversario, que desbordaba en los corazones de los presentes y más allá de los muros del templo.

Durante la celebración, se produjo también la renovación de votos del Hno. Isidoro Macías, compañero de camino del Hermano Fundador desde sus inicios, que cumplía 50 años de profesión religiosa, y de los hermanos Mario Suárez y Pedro Hernández, con sus 25 años de profesión.

La eucaristía fue presidida por Fr. Emilio Rocha, ofm, arzobispo de Tánger, quien, en su homilía, recordó los inicios de la orden en esta tierra y el camino trazado por su fundador, Hno. Isidoro Lezcano: “Alguien que tenía un corazón generoso en el que anidaba el deseo ardiente y apasionado de servir a los enfermos y a las personas más vulnerables”. Fr. Emilio, evocando la respuesta del Hno. Isidoro a las palabras del evangelio de San Mateo ‘tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber…’, recordó cómo el fundador se encontró “con otros jóvenes entusiasmados por seguir a Jesucristo, amando sin medida, de manera sencilla y cercana, creando familia y viviendo por y para los que viven en las periferias existenciales, las personas más vulnerables y excluidas”. Dirigiéndose en particular a los hermanos de Cruz Blanca presentes, les decía también: “Toda esta historia nos habla de amor, y vosotros estáis hoy aquí por amor».

El Hno. Luis Miguel Martell, Superior General, al final de la misa, expresó su agradecimiento por todo el bien recibido en estos 50 años, recordando especialmente al que fue arzobispo de Tánger, Carlos Amigo, que los acompañó en los inicios de la fundación, así como todas las personas de la familia Cruz Blanca que cada día ofrecen su vida por las personas más necesitadas. Éstas son las verdaderas protagonistas: “Entendemos que cada persona que acogemos lleva consigo su propia historia, que nos abre las puertas de su vida y su corazón, que nos permite que nos acerquemos a ella, que nos permite entrar en su realidad. Y es desde ese lugar donde atendemos donde descubrimos la belleza del rostro de Cristo», decía el Hno. Luis Miguel.

La alegría de esta fiesta continuó durante la cena en el claustro de la catedral, en un ambiente de familia y fraternidad.


50 años de CASA Y FAMILIA

Este es el lema de la celebración de los 50 años (1975-2025) de la aprobación canónica de los Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca.

La misión de esta entidad de la Iglesia Católica es colaborar en la construcción de una sociedad más justa y fraterna ofreciendo espacios en los que se promueva, defienda, cuide y celebre la vida facilitando el desarrollo integral de aquellas personas más vulnerables. Esta labor se ha ido realizando durante más de 50 años en la ciudad de Tánger, ya que la primera casa que abrieron fue en 1969: un piso de los edificios de la Terraza Renschhausen para acoger a un grupo de personas mayores en situación de dependencia y falta de recursos.

El día 27 de marzo de 1975, jueves santo, día de la caridad fraterna, el entonces arzobispo de Tánger, Carlos Amigo, firmó la aprobación canónica de los Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca.

Años más tarde ampliaron su solidaridad instalándose en el Zoco Chico de la medina de Tánger, acogiendo a chicos con discapacidad, niños y adolescentes en situación de exclusión social.

En el año 2007 se abriría un dispensario médico y asistencial que más tarde se trasladó al barrio de Josafat y también en el mismo edificio un proyecto denominado Al Basma, con el fin de llevar a cabo una labor educativa con niños y adolescentes en situación de pobreza y vulnerabilidad. Los Hermanos Franciscanos también colaboraron con las actividades de la Catedral, concretamente con la Pastoral Penitenciaria, visitando a los presos españoles que se encontraban en la cárcel, así como en un proyecto de trata de personas con la Delegación Diocesana de Migraciones.

Los Hermanos de Cruz Blanca se sienten muy agradecidos por la acogida que siempre han tenido en esta ciudad y también en la de Alhucemas, donde actualmente existe un centro de día y ocupacional. Su reconocimiento se extiende a todas las personas que han tenido contacto con los diferentes centros, con la voluntad de seguir estando al lado de las personas que más lo necesitan. Su historia ha sido posible gracias también a las distintas Autoridades de Marruecos que los han ayudado y acompañado para que pudieran estar presentes en estas dos ciudades, conviviendo desde lo que les une: la cultura de la paz y el deseo de un mundo más solidario.

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