Ayer, martes santo, 15 de abril, se ha celebrado en la Catedral de la Inmaculada Concepción y el Espíritu Santo de Tánger la Misa Crismal. El nombre de esta celebración viene de la bendición de los santos óleos: el del crisma, el de los enfermos y el de los catecúmenos, que a lo largo del año se utilizarán para administrar los diversos sacramentos que comprenden el rito de la unción.
También es una jornada especial para los sacerdotes, que renueven este día sus promesas sacerdotales. De hecho, el conjunto de todo el presbiterio (los religiosos sacerdotes y un diácono) concelebraron la eucaristía junto a Fr. Emilio Rocha Grande, ofm, arzobispo de Tánger.

En su homilía, Fr. Emilio se dirigía a todos ellos con estas palabras: “De modo particular para nosotros, queridos hermanos sacerdotes, la Misa Crismal es también el momento gozoso de volver al día de nuestra ordenación sacerdotal para agradecer el don que recibimos (…) y renovar nuestro compromiso de unión a Cristo, configurándonos con él para servir con verdadera entrega al pueblo que se nos ha confiado”.
En otro momento, refiriéndose al ministerio, es decir, “servicio” confiado, decía: “Difícilmente se puede vivir el ministerio sacerdotal sin estar unidos afectiva y efectivamente a la Iglesia, a esta Iglesia real que es la archidiócesis de Tánger. Este amor hecho comunión con la Iglesia es el que nos hace trabajar en ella y en ella entregar nuestra vida; porque, no nos engañemos, nadie entre la vida por alguien o algo que no ama.
Y también: “Nuestra vida sacerdotal tiene que ser un testimonio constante para cristianos y no cristianos de que Dios ama al mundo. Nuestro quehacer cotidiano en la parcela que la Iglesia nos encomienda es que cada hombre o mujer, los de dentro y los de fuera, los cercanos y los lejanos, conozcan y experimenten el amor de Dios.
Después de la homilía, los presbíteros renovaron solemnemente ante el pastor diocesano sus promesas sacerdotales.
Al momento de las ofrendas, junto al pan y el vino, se presentaron también las tres crismeras de los santos óleos, que fueron bendecidas una a una.

Entre los presentes a la Misa Crismal había fieles de la parroquia, jóvenes de diversos lugares que realizan servicios de voluntariado en esta Semana Santa en varias ciudades de la archidiócesis, religiosos y religiosas de distintos lugares. Este momento de comunión eclesial nos acerca cada vez más al Triduo Pascual en el que recordamos y celebramos los misterios centrales de nuestra fe cristiana.