En lo que llevamos de año, se han celebrado ya las fiestas jubilares en algunos templos de la Archidiócesis. En este mes de agosto tendrán lugar tres celebraciones más, coincidiendo con los titulares de los siguientes templos parroquiales:
- En la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, de Tánger. Aunque el día de la fiesta titular es el 15 de agosto, la misa jubilar tendrá lugar el domingo 17 de agosto, a las 10.30h.

En cambio, para el día 15 de agosto, a las 20:00h, se ha organizado un excepcional concierto de música sacra. Será un concierto bajo el lema de la paz y el diálogo entre músicos de todos los orígenes y culturas. El Coro de Nuestra Señora de la Asunción y los solistas de la compañía de ópera «Amici del Bel Canto» interpretarán obras de música sacra clásica y tradicional. Entrada libre, con recomendación de reserva por el aforo limitado (+212 612 606 367).
- Por otra parte el domingo 17 de agosto, a las 12h, tendrá lugar el jubileo en la Parroquia de Santiago el Mayor, de Nador. Esta celebración se ha pospuesto respecto al calendario previsto inicialmente, que contaba con realizarse el día del titular, 25 de julio.

- Por último, el 24 de agosto, a las 18.30h tendrá lugar el jubileo en la Parroquia de San Bartolomé, de Asilah, en el día de su titular, con la celebración de la eucaristía.

La Iglesia católica, al instaurar la celebración de los años santos o jubileos, lo que intenta es poner en práctica la misión que define a Jesús: “Anunciar el año de gracia”.
El origen de esta expresión lo encontramos en la vida y misión del Señor Jesucristo, quien, al comienzo de su ministerio público, en la Sinagoga de Nazaret leyó unos párrafos del libro del profeta Isaías aplicándolos a sí mismo, afirmando que su misión era: “proclamar el año de gracia del Señor”.
Según esto, y como nos explicaba nuestro arzobispo, Fr. Emilio Rocha, OFM, en su carta del 25 de diciembre 2024, “el Jubileo que actualmente celebramos cada veinticinco años pretende facilitar a los cristianos un tiempo privilegiado de encuentro más intenso con el Señor en el que recibir con mayor plenitud los dones de la gracia y la misericordia, de modo que cada bautizado, abriéndose a la reconciliación que Dios no se cansa de ofrecer, pueda tejer de nuevo el tapiz de la armonía con Dios mismo, con las demás personas y con la creación”.