La pascua del encuentro, Dios estaba presente

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Este año he tenido la oportunidad, junto a otros amigos, de acompañar a los hermanos Javerianos que están en Marruecos (Fnideq) en el camino de la Semana Santa y la celebración de la Pascua. Bajo la rúbrica de “La Pascua del encuentro” hemos podido disfrutar de un viaje intenso y diferente a todo lo vivido antes, un verdadero encuentro con la cultura marroquí, con el hermano musulmán, un encuentro con Dios y un rencuentro con la humanidad. Este año goza de la particularidad que en un mismo tiempo convive la celebración del ramadán, la pascua judía y la pascua cristina.

En tan solo cinco días hemos conocido a familias católicas que viven su fe, creencias y costumbres en un país donde no son mayoría, hemos compartido con ricos, pobres, mujeres, hombres, jóvenes y personas mayores, en definitiva, todo lo bello de la especie humana.

Llegamos de noche a Fnideq, un pueblo costero limítrofe con Ceuta allí se sitúa a la casa de los javerianos, pero es en M´diq, a una media hora de distancia donde está la parroquia más cercana. Económicamente esta zona se nutre de la frontera, de la entrada y salida entre marroquíes y españoles. Hoy en día los españoles son pocos y los católicos una pequeña pero gran familia.

El primer encuentro lo vivimos junto a una comunidad sufí, con quienes gracias a su generosidad pudimos compartir con ellos la ruptura del ramadán. Fue una noche muy especial donde compartimos no solo la comida, fuente capaz de unir a todas las naciones, sino también la oración. Vivimos un momento muy especial y difícil de describir donde sin duda estaba presente Dios. Nosotros nos encontramos con Dios a través de sus suras, y espero que ellos también sintiesen a Alá a través de nuestros cantos. De este encuentro una de las imágenes que se han quedado en mi retina es el valor que la mujer tenía dentro del sufismo, eran ellas quienes predominaban la conversación. Parte de mis prejuicios se rompieron y de una sociedad donde esperaba un rechazo a la mujer vi como desde la compresión y el respeto la fe efectivamente nos une como seres humanos.

Otro de las grandes experiencias sucedió el viernes Santo, donde a través de la naturaleza acompañamos a Jesús en su cruz. Ese día compartimos con una mujer la realidad de la muerte y la de la muerte por la migración. Ambas, duras realidades, pero contadas con humildad y dese el corazón. Todo resucitó en la vigilia pascual donde pude reafirmarme en mi fe y saber que Dios es luz y resucita para todos.

El Papa Francisco nos habla de la fraternidad humana, un concepto que resonó en mi cabeza durante esos días, para convivir en paz debemos conocer de verdad al otro. En esta experiencia he aprendido la necesidad de efectivamente conocer al otro, en mí día a día en un país donde hay pluralidad de religiones, ideologías y creencias parece que lo lógico en compartir espacio y tiempo, pero no convivimos. Conocer al otro es esencial para comprender lo que siente y saber lo que necesita, no tener miedo a las discrepancias sino ver en las diferencias el camino a Dios. Debemos salir de la homogeneidad, es decir, crearnos a todos como iguales y buscar la igualdad en la dignidad humana. En definitiva, esa bella imagen de entender las religiones como los cuatro puntos cardinales en los que cuanto más me acerco a Dios, más me acerco a mi hermano en la fe.

Fátima de la Calle, Madrid