Testimonio desde el Alto Atlas

La respuesta de la sociedad civil no deja de sorprendernos: personas de toda condición, estudiantes, profesionales, familias, se desplazan a diario a la zona afectada para tratar de ofrecer una ayuda a quienes más lo necesitan.

En cada localidad se han levantado tiendas para acoger a quienes ya no tienen un techo. También se ha organizado un sistema de distribución para que los más vulnerables reciban un lote de alimentos sin tener que desplazarse a los puntos de distribución.

En los pueblos del Alto Atlas las casas de adobe y pizarra se han desmoronado. El deslizamiento de tierra ha barrido los bancales de cultivo. Es como si la gravedad, con toda su fuerza, se hubiese desplomado sobre cada palmo de tierra.

Las muestras de agradecimiento de quienes han perdido casi todo son delicadas, sencillas, discretas. Un anciano prepara el té, una mujer se acerca con unas nueces, dos jóvenes ofrecen una colchoneta sobre la que poder sentarse…

En la Iglesia de los Santos Mártires de Marrakech, la comunidad parroquial hace cuanto puede. Ayer salimos a diferentes valles nueve coches formando tres caravanas con víveres y artículos de primera necesidad.

Hoy hemos acogido en los locales de la Caritas parroquial a representantes de diferentes ONGs que buscan coordinar sus intervenciones para ofrecer la mejor respuesta.

Son muchas las organizaciones que nos hacen llegar su apoyo. También muchas comunidades rezan con nosotros. Algunas muestras de cercanía nos conmueven, como las palabras de comunión de los compañeros del Servicio Jesuita a Refugiados en Alepo, la región siria devastada por la guerra en la que los terremotos dejaron cientos de muertos hace apenas medio año.

Las personas y comunidades afectadas por el seísmo permanecen en pie dispuestas a superar la adversidad. A veces uno no puede evitar preguntase qué sostiene su esperanza en medio de los escombros y ante la muerte de sus seres queridos. Alhamdolilah, responden, al descubrir tu pregunta en la mirada, como queríendote recordar que la vida es un regalo y que ahí siguen, con dolor pero en pie, dispuestos a seguirla agradeciendo.

Alvar Sánchez sj

Caritas Marruecos