Caritas Marruecos nos hace llegar este testimonio, que habla de la vida de la Iglesia en la Prefectura Apostólica de Laâyoune. Allí, el trabajo de Caritas se revela como una amalgama de compasión, asistencia y aprendizaje intercultural.
Flore-Isabelle, una enfermera francesa, se embarcó a través de INIGO, la red de voluntariado jesuita en Francia, en una aventura de un año que la ha llevado al corazón del Sahara marroquí, frente al archipiélago canario.
Ella y el equipo de Caritas se desenvuelven en un contexto donde la solidaridad y la asistencia médica, social y psicosocial se convierten en pilares para apoyar a la población más vulnerable en situación de movilidad, independientemente de su nacionalidad, origen o creencias: “Estar al frente de la intervención médica me permite ofrecer consultas de salud básicas, orientar a pacientes hacia servicios especializados y acompañar a mujeres embarazadas y niños, asegurando su bienestar y desarrollo”.
El trabajo en Laâyoune también se entrelaza con la exploración de la cultura y la vida cotidiana del Sahara. A través de su experiencia, esta voluntaria nos transmite un profundo respeto y admiración por las tradiciones locales y el entorno desértico, revelando cómo la fe y la humanidad se hacen presentes en su día a día: “Esto es más que una misión humanitaria; es un encuentro de culturas, un aprendizaje continuo y un testimonio de la fortaleza del espíritu humano”.
La experiencia de Flore-Isabelle nos habla de cómo el servicio y la empatía pueden transformar tanto a quienes reciben ayuda como a quienes la ofrecen.