Nueva directora de las Obras Misionales Pontificias en Marruecos

El Dicasterio para la Evangelización ha nombrado a la religiosa María Viader Alberich, rjm, nueva directora de las Obras Misionales pontificias (OMP) en Marruecos.
Las OMP son una red mundial al servicio del Papa para sostener la misión y a las jóvenes Iglesias con la oración y la caridad. Dependen, orgánicamente, del Dicasterio para la Evangelización de la Santa Sede. Al frente de las representaciones de OMP en cada país hay un director o directora nombrado por el Dicasterio, como es el caso ahora de María Viader Alberich, rjm, para Marruecos, responsabilidad que hasta ahora ejercía el franciscano Padre Szymon Stachera, ofm.

Con motivo de este nombramiento, conversamos con María Viader Alberich, que reside en Tánger. al servicio de la guardería infantil “Sagrado Corazón” y de la casa de acogida para niñas en situación de riesgo “Dar Tika”.

¿Qué valor tiene este nombramiento?
Para mí, sobre todo, estar al servicio de las misiones. Todo cristiano, por ser cristiano, ya es misionero. Jesús nos dice “id y proclamad el Evangelio” y tengo claro que hoy en día el Evangelio se puede anunciar de muchas maneras: a través del corazón, con las manos, con un abrazo, con un gesto… y cada uno desde la realidad donde está. Ahora bien, las Obras Misionales Pontificias, esta red universal de la Iglesia, hace real el acompañamiento, la cercanía, el apoyo espiritual y económico allí donde la Iglesia católica es más frágil.
Quiero destacar también unas palabras de agradecimiento al P. Simeón Stachera, el anterior director de OMP en Marruecos, por la labor desarrollada durante años, para hacer realidad el Reino de Dios aquí, en el servicio, junto a muchos otros hermanos nuestros.

¿Qué presencia tienen las OMP en Marruecos?
Podemos decir que somos un país receptor de ayuda por parte de las Obras Misionales Pontificias. También colaboramos un poco económicamente, pero sobre todo recibimos la ayuda, el apoyo y la oración de la Iglesia que reza por todos nosotros.
Nuestro contexto es el de un país mayoritariamente musulmán, y aquí me viene a la mente lo que decía San Francisco a sus frailes, cuando iban a países donde la religión católica no era la mayoritaria. Decía, aproximadamente, que predicaran el Evangelio, si fuese necesario también con palabras. Creo que en Marruecos, la proclamación del Evangelio se realiza, aunque con pocas palabras, a través de obras sociales, de la entrega a nuestros hermanos, de ayudar a la persona a crecer en su dignidad…

Tú eres religiosa de Jesús-María. ¿Qué significa, desde tu carisma, este servicio a OMP?
Algo muy especial. Trasladémonos al siglo XIX, a la ciudad de Lyon en la época posterior a la revolución francesa. Dos mujeres, muy amigas, ven la situación caótica de Francia, cuánta gente muerta, cuánto sufrimiento, cuánta pobreza… y experimentan la necesidad de ayudar a los demás y proclamar el Evangelio. Son Paulina María Jaricot y Claudina Thévenet, respectivamente fundadoras de la Asociación de Propagación de la Fe, semilla de las OMP, y de las Religiosas de Jesús-María, una congregación aprobada rápidamente en sus orígenes por su espíritu misionero. Como vemos, dos maneras de hacer realidad el Reino de Dios desde una dimensión misionera. Te puedes imaginar que para mí, hoy, asumir este servicio a las OMP, siendo religiosa de Jesús-María, es como aunar los carismas de estas dos grandes mujeres amigas.

¿Qué experiencia tienes en tierras de misión?
La verdad es que desde pequeñita sentí la llamada a la misión, a ir a otros países… incluso antes de la vocación al seguimiento de Jesús desde la vida consagrada.
En 1998, cuando hubo el huracán Mich en Honduras, estuve dos meses colaborando con unos sacerdotes en Tegucigalpa, en el barrio del Mogote. Fue una experiencia muy dura: las personas no tenían absolutamente nada y íbamos viendo cómo colaborar en talleres, levantando casas, creando huertos… Después, he estado diez años en Guinea Ecuatorial, en la ciudad de Malabo, donde me he dedicado especialmente a la dirección de un colegio, a la colaboración en un internado de niñas y a la promoción de la mujer. En esos años tuve la suerte también de conocer realidades de nuestra congregación en Nigeria, Gabón y Camerún. Ahora este es mi segundo año en Marruecos, en Tánger.
Descubro que, sí, son realidades distintas pero la humanidad es la misma, la persona es igual y tenemos todos las mismas necesidades, estemos en el país donde estemos. Se trata de una experiencia de conocer otras realidades y de aprender de ellas… Para entrar en las costumbres del otro hay que hacerlo a pie descalzo, conscientes de que a veces no es fácil, pero siempre con actitud de aprender de los otros y así se realiza un auténtico intercambio enriquecedor.