Muchas veces tenemos la sensación de que la Cuaresma pasa un año más y que no aprovechamos al máximo sus posibilidades, pero si nos detenemos por momento podemos contemplar cómo es el Señor el que guía a su pueblo y lo hace caminar unido, hacia la Pascua. Desde Alhucemas nos llegan los ecos de diversos pasos especialmente significativos de este camino cuaresmal, que se unen al vivir cotidiano de la Palabra, la oración y el servicio habitual:
«Desde el miércoles de ceniza y como en muchas comunidades parroquiales, la de San José de Alhucemas ha visto a un grupo de estudiantes, con los religiosos y religiosas presentes en la ciudad, reunirse todos los viernes para la celebración de la Eucaristía y orar con el viacrucis. La hora es al atardecer, cuando terminan otras actividades y se puede descansar en la oración, teniendo en cuenta también que, desde que ha comenzado el mes de Ramadán para nuestros vecinos musulmanes, se escucha de fondo la llamada a la oración de rotura de su ayuno diario.
En este tiempo hemos visto, además, el inicio de las actividades del nuevo proyecto – apoyado por la Provincia del Espíritu Santo de los trinitarios – para jóvenes del pueblo. Se llama Chebab el Mustakbal (Jóvenes del futuro) y propone un acompañamiento personalizado a cada joven que se acerca a nuestra casa, buscando motivación para su formación y su inserción sociolaboral. A través de talleres específicos, de experiencias de otras personas y de relaciones interpersonales esperamos dotar a los participantes de las herramientas adecuadas para entrar en los laberintos burocráticos y movimientos propios del sistema de búsqueda de empleo. Nuestra esperanza es que puedan conocer sus propias capacidades y desarrollarlas según sus intereses propios.
Si contemplamos la cuaresma como caminar juntos, compartiendo nuestras realidades, es necesario señalar el día de Convivencia e Integración de los grupos de mujeres rifeñas y subsaharianas, unidas a nosotros a través de la Delegación Diocesana de Migraciones, que sienten nuestra comunidad como casa abierta a sus necesidades. Las mujeres rifeñas, del programa Ana bi nafsi (yo por mí misma), y las subsaharianas, han podido relacionarse entre ellas durante toda una jornada, constatando que sus realidades, aunque lógicamente diferentes, están unidas por el hecho de ser mujeres deseosas de avanzar y progresar juntas.
Los religiosos y religiosas presentes en Oujda, Nador y Alhucemas hemos podido compartir un fin de semana, en el que hemos comprobado que nos unen inquietudes, experiencias, edades, deseos de vivir la propia vocación como presencia de Iglesia dónde nos encontramos. Hemos sido Hijas de la caridad, Jesús María, Sagrado Corazón, jesuitas y trinitarios –más dos laicas que se han unido a nuestro convivir– celebrando la eucaristía, la oración compartida, los tiempos libres, las comidas y la preparación de todo ello con lo que conlleva de experiencia de Dios en lo pequeño y en el compartir la ternura.
El retiro cuaresmal para jóvenes ha sido el último paso de esta cuaresma, gracias a los tres miembros del equipo diocesano de Familia y Juventud que se desplazó hasta Alhucemas.
Paso a paso, compartiendo vida y desiertos, esperanzas y circunstancias vitales que marcan la experiencia de estar en movimiento, volviendo la mirada de nuevo a lo que importa, siempre hacia el encuentro pascual con Cristo Resucitado. Esta está siendo nuestra cuaresma 2024.»