Es la fiesta del santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.
El místico escribió así de este misterio: “Aquesta eterna fonte está escondida en este vivo pan por darnos vida, aunque es de noche”.
La misma fe que alumbró la noche del místico nos toma de la mano en este día y nos introduce en el misterio del mismo pan vivo, para que creamos, para que comamos, para que vivamos.
Aquel Verbo que, hecho carne, habitó entre nosotros, de cuya plenitud todos hemos recibido, gracia sobre gracia, en este pan vivo lo acogemos, aunque es de noche.
Aquel Unigénito que el Padre le dio al mundo, medida sin medida de su amor, para que el mundo tuviese vida eterna, en este pan vivo se nos da, aunque es de noche.
Aquella luz que vieron los que habitaban en tierra y sombras de muerte, la misma luz que iluminó los ojos del ciego de nacimiento, brilla para ti en este humilde sacramento, aunque es de noche.
La vida que se anunció en la resurrección de Lázaro y se manifestó gloriosa en la resurrección de Cristo Jesús, ésa es la vida que recibes con este pan del cielo, aunque es de noche.
En este sacramento el Padre te convida, el Hijo se te entrega, el Espíritu te santifica, aunque es de noche.
En este admirable sacramento, el Espíritu Santo nos transforma para que formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu, y seamos así ofrenda agradable a los ojos del Padre, aunque es de noche.
La paz y la salvación que, con el don del Espíritu Santo, el amor del Padre ofreció al mundo entero por la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, en este pan vivo se nos dan, aunque es de noche.
En este pan siempre te espera el que te ama, aunque es de noche.
Y si quieres abrazarlo porque te mueres de amor, porque necesitas decírselo, que le quieres, porque se ha quedado contigo, porque no sabes vivir sin él, entonces abrázalo en los pobres, díselo al oído de los pobres, díselo quedándote con ellos, porque no sabes vivir sin ellos, porque en ellos lo ves a él, aunque es de noche.