Bienvenida al P. Simeón

Hoy la Vida Religiosa de Tánger-Tetuán, una representación de la Iglesia Francófona y de la Delegación Diocesana de Migraciones, los trabajadores de la Iglesia Catedral y algunos seglares, nos hemos reunido par dar la BIENVENIDA al Padre Simeón.
Después de 6 meses de ausencia en la diócesis por temas de enfermedad se incorpora nuevamente a la diócesis.
Nos alegramos y damos gracias a Dios por la recuperación del P. Simeón.

Ciclo de seminarios web

«La intervención con niños, niñas y jóvenes no acompañados/asen contexto de movilidad»»
Por: El Programa Regional para la Movilidad Humana – Red Caritas
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Nador: semillas en el mar

Tengo el corazón encogido, y escribo todavía con un nudo en la garganta. Hoy ha sido un día trágico. Un jour noir, como he oído decir a alguno por aquí.

Esta mañana, antes de partir al bosque, Ester (la psicóloga) nos ha avisado de que esta noche había naufragado una patera con 66 personas, entre ellas muchos de los migrantes que conocemos y que hemos estado tratando estas semanas. Entre ellos estaba Adu, un jovencito de 18 años que hace de «relai comunitario», es decir, nos ayuda como interlocutor. No tenían noticias de él y su teléfono estaba desconectado. Ester nos pide que si visitamos a alguno de los supervivientes preguntemos por él. La primera llamada ya nos pone en situación. Es Moussa, de 27 años. Nos llaman sus amigos pues él a duras penas puede hablar. Llegamos al bosque y no lo encontramos en el punto de encuentro, hasta que vemos en la lejanía unas figuras acercándose, entre ellas una que viene cogida en brazos entre otros dos. Acudimos hasta él con las mochilas y todo el material médico. Apenas puede mantenerse en pie, y al preguntarle sus datos no nos responde. Tiene la mirada perdida. Le indicamos que se siente, y me arrodillo a su lado, mientras le tomamos la tensión. Consigo entender que ha tragado mucha agua, le quema la garganta y está helado. Y deshidratado. Cuando le pregunto qué ha pasado finalmente baja el mentón y rompe a llorar. «J’étais le premier qui est tombé dans l’eau, et le gilet ne marchait pas». Nos dice que ha estado frente a la muerte, y que en el último momento, pensando que no volvería a ver a su mujer y su hija, se ha puesto a rezar. «C’est la prière qui m’a sauvé. J’ai appelé a Dieu, et c’est lui qui m’a sauvé». Nos dice convencido entre lágrimas que Dios le ha salvado la vida. Le aprieto fuerte la mano, seguro que sí. Le preguntamos por los demás, si conoce a Adu, y vuelve a romper a llorar. Mientras le atendemos nos dicen sus amigos que hay más gente, que ya vienen.

Aparecen entre los árboles muchas siluetas avanzando lentamente, apoyándose unos en otros. Llegan donde estamos y se tiran directamente al suelo. Cinco mujeres, una niña y otro hombre. Voy a ver a la niña, entre cacareo de dientes me dice su nombre. Se llama Aisha y tiene 11 años. Su madre a su lado, se quita el pañuelo de la cabeza y le cubre los hombros, como si esta tela de seda pudiera ayudarla a dejar de tiritar.

La imagen es desoladora, todos en el suelo tumbados y exhaustos, algunos todavía temblando. Trini y yo nos miramos; esta gente necesita mantas, agua y comida caliente. Llamamos al equipo psicosocial para pedirles que traigan todo el material. Mientras hablamos, de pronto oigo una voz rota y afónica detrás de mí. «Bon jour ,Tesa». Gracias a Dios, es Adu. El chaval que recuerdo del otro día cuando hicimos la actividad en el bosque, solo que con los labios cortados y la tez llena de sal. Aparecen también otros miembros del campamento, a acompañarles y apoyarles. Me parece brutal como se cuidan entre ellos y el espíritu de solidaridad que desprenden. Hoy han sido ellos, pero cualquier día pueden ser los siguientes. Siento que en realidad es la propia comunidad quien sostiene a los supervivientes, mientras que nosotros solo les acompañamos.

El resto de la mañana ha sido ir viendo uno tras otro, atendiéndoles mientras nos narraban su testimonio. Parecía que necesitaban gritar lo que había pasado. Han muerto 14 personas, entre ellas 4 mujeres y 3 bebés.

Mientras exploro a uno de los chicos me doy cuenta de que tiene toda una dentadura marcada en su brazo. Me cuenta que ha sido una de las mujeres, que al pelear por su vida agarrándose a él que aún estaba en la lancha, le ha mordido el antebrazo y ha tenido que golpearla para que no cayeran los dos. Me dice que ha visto como se hundía. Casi parece que me pida perdón, se excusa diciéndome que estaba luchando por sobrevivir. Quién soy yo para juzgar nada, cuando todo lo que me cuentan me parece espantoso.

Al final, hablando con Àlvar y el resto de equipos, hemos decidido traer con nosotros a los más vulnerables y afectados. Nos hemos coordinado todos los equipos, médico, psicosocial, equipo de mujer, residencia… Y entre todos hemos acogido la situación. Me doy cuenta de cuán importante es nuestra misión aquí, y cuántas vidas conmocionadas hemos atendido hoy, trabajando todos a una. Ahora están en colchones durmiendo en la iglesia. Me he pasado por la tarde a verlos y ayudarles con la cena. Veo entre las mujeres a Karima, una de las mamás que tuvimos acogidas no hace mucho en la residencia tras dar a luz. Uno de los bebés muertos es el suyo. No tengo palabras para describir la expresión en la cara de esta mujer. Me acerco a darle las buenas noches a Moussa, que vuelve a «bendecirnos» por estar allí.

Me parece una escena emocionante para acabar el día, verles durmiendo todos juntos en el suelo de la iglesia, custodiados por las figuras de los santos y la cruz en el centro. Esta noche el Señor duerme acompañado.

Y hoy, que es el día de todos los santos jesuitas, me he visto con la necesidad de ir a misa a pedir por todos. Dice el evangelio de hoy que «si el grano de trigo no cae en tierra y muere, es imposible que de fruto». Y yo me pregunto, qué hay de aquellos que caen en agua salada, en vez de en tierra firme, ¿darán fruto también?

Espero que los acojas a todos en tus brazos, Señor.

Diario del 5 de Noviembre de 2020, de Tesa Reimat Corbella

(*) Los nombres han sido modificados para respetar la intimidad de las personas

PROYECTO #RefAidFronteraSur

La campaña de sensibilización y crowdfunding “RefAid – Humanizando la Frontera Sur” ha logrado alcanzar su objetivo. Gracias a ello, la aplicación móvil RefAid está ya operativa a ambos lados de la Frontera Sur, facilitando a las personas en desplazamiento forzoso el acceso a los diferentes recursos de ayuda disponibles.

El equipo de la Delegación Diocesana de Migraciones expresa su más sincero agradecimiento a las organizaciones colaboradoras en este proyecto (Caritas Maroc, Entreculturas, Manos Unidas, CVX España, Alboan, SJM, IUEM Comillas y Jesuitas Social) y a todas las personas, asociaciones y congregaciones religiosas que tan generosamente habéis hecho posible este proyecto en beneficio de las personas más vulnerables. Muchas gracias por vuestra implicación para ayudar a hacer de la Frontera Sur un lugar más digno y más humano.

El proyecto ‘#RefAidFronteraSur’ busca fondos para lanzar una app al servicio de las personas migrantes y refugiadas – DELEGACIÓN DIOCESANA DE MIGRACIONES DE TÁNGER

El proyecto ‘#RefAidFronteraSur’ busca fondos para lanzar una app al servicio de las personas migrantes y refugiadas.

“Más de medio millar de personas desaparecieron el año pasado ante nuestras costas”, denuncia Álvaro Sánchez SJ, Promotor de la Delegación Diocesana de Migraciones Nador, Marruecos. En 2019, un total de 893 personas perdieron la vida en la Frontera Sur, de las cuales 54 eran niños y niñas que murieron intentando alcanzar la costa española. La Frontera Sur es tierra de encuentro de varias culturas (magrebí, europea y subsahariana) en la que cohabitan diversas lenguas (árabe, francés, rifeño y español) y diferentes religiones (musulmanes, judíos y cristianos). En este rico y diverso lugar se da una realidad dramática. La frontera, donde confluyen las rutas migratorias del oeste y norte de África, es una herida abierta en la que personas de África, Oriente Medio y Asia ponen en riesgo sus vidas. “Hemos encontrado mucha inseguridad en esta frontera”, explica Karim Bah, migrante forzoso en Nador.

Actualmente, los servicios a la población vulnerable en la Frontera Sur, a causa de la COVID19, se ofrecen a menudo con carácter puntual para tratar de responder a una situación de emergencia; informar y movilizar a las comunidades no es algo sencillo ni ágil. En la Frontera Sur, las personas solicitantes de asilo, refugiadas, desplazadas y migrantes carecen a menudo de información sobre los recursos y servicios disponibles a su alcance. Por eso, desde la Delegación Diocesana de Migraciones de Tánger (DDM) y en colaboración con varias organizaciones; Alboan, Caritas au Maroc, CVX-España, Entreculturas, el Instituto Universitario  de Estudio sobre Migraciones de la Universidad Pontificia de Comillas, Jesuitas Social, Manos Unidas y el Servicio Jesuita a Migrantes, han puesto en marcha el proyecto #RefAidFronteraSur, un crowdfunding que tiene como reto conseguir 20.000 euros en 28 días (entre el 10 de julio y el 7 de agosto) para obtener la licencia de uso de la plataforma digital RefAid en el territorio de Marruecos que permitirá a las organizaciones humanitarias publicar sus servicios y actualizarlos en tiempo real facilitando el acceso a la información y a la red de servicios humanitarios disponibles(alimentos, atención médica, refugio, etc.), para las personas en tránsito (migrantes, refugiadas, solicitantes de salido y desplazadas) en la Frontera Sur.

“Queremos garantizar el acceso a los derechos fundamentales que toda persona merece”, explica Oumou Diallo del equipo de mujeres de la DDM. Además, si los fondos recaudados llegan a los 30.000 euros permitirá habilitar RefAid en buena parte del territorio español, haciendo posible la integración en la plataforma digital de las organizaciones del otro lado de la Frontera Sur. La plataforma incluye una aplicación móvil disponible en varios idiomas.

https://www.entreculturas.org/en/noticias/refaidfronterasur-crowdfunding-para-una-app-al-servicio-de-las-personas-migrantes-y

https://www.europapress.es/epsocial/migracion/noticia-proyecto-refaidfronterasur-busca-fondos-lanzar-app-servicio-personas-migrantes-refugiadas-20200710110920.html

Saludos del mes de Ramadan

Desde la Iglesia de Tánger, felicitamos a nuestros hermanos musulmanes en este mes sagrado de Ramadán.
Pedimos al Dios Altísimo que nos ayude: RAMADAN KARIM

Feliz Pascua

 

«Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea.  Allí lo veréis”

Gloria y Aleluya, que la luz del Señor llegue a nuestros hogares para brindar paz y serenidad a todos los encotramos en el camino de esta Santa Pascua.

¡Feliz Pascua de Resurrección!

REGALAR CADA DIA EL CORAZON, ES COMO ABRIR LAS PUERTAS DEL CIELO…

Todo el mundo que nos rodea está viviendo su pequeñez y la imposibilidad de parar la pandemia que se hizo global. Y cuando un día tocaremos las puertas del Paraíso EL, PADRE BUENO nos dirá, que „todo lo que hicieron ustedes a uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron.” (Mt 25,40). No es fácil hoy inventarse la forma de acompañar a los enfermos y a los más necesitados. Todos vivimos nuestra frágil condición humana. SOLO DIOS BASTA – decía santa Teresa de Jesús… ¿Quién no pide hoy a Dios misericordioso que su gracia de sanación toque a la humanidad entera? 

“Para los que aman a Dios, todo les sirve para bien” (Romanos 8,  28). La pandemia en la que nos encontramos es un mal en sí mismo… pero podemos y debemos sacar provecho de ella, debemos leer este acontecimiento a la luz de la Palabra de Dios, sabiendo que Dios es capaz de sacar bien incluso partiendo de nuestros pecados y del mal que nosotros hacemos y organizamos en el mundo.

Que, en estos momentos tan duros para el mundo, a nadie le falte el pan. No  pedimos a Dios ni  dinero ni bienestar, no queremos riquezas para acumular. Solo Le pedimos, para todos, el pan de cada día. Que esta pandemia del coronavirus nos recuerde, para siempre, que lo primero de todo es la vida: que los hambrientos puedan comer, que los pobres dejen de llorar, que los países del bienestar acojamos a los migrantes y refugiados para que puedan sobrevivir y tener un hogar.

  Doy gracias a Dios por el don de su llamado a la misión entre los musulmanes. Pido que: la RESURECCION DEL SEÑOR LLENE NUESTRAS VIDAS  DE UN GOZO PERMANENTE Y NOS HAGA LOCOS EN AMOR A LOS MAS PEQUEÑOS DEL SEÑOR…

Nuestro hermano Joël nos ha dejado

Fr. Joël (Jean Paul) COLOMBEL

Loudéac (France) 04/08/1931 — Tanger (Maroc) 25/03/2020

Nuestro hermano Joël nos ha dejado

إنا لله و إنا إليه راجعون

(Somos de Dios y a él volvemos)

Jean-Paul Colombel, a quien todos conocemos con el nombre de «Padre Joël», nació en Loudéac, en Bretaña, el 4 de agosto de 1931. Muy pronto debido a la muerte de su padre, su madre se vio obligada a ir a trabajar a París para poder alimentar a su familia, de modo que vio separado de sus dos hermanas mientras vivía una infancia tranquila en el campo. La vocación al sacerdocio le resultó evidente desde muy pronto. Cuando tenía doce años su amor por Cristo le unirá a dos compañeros que nunca le fallarán: San Francisco de Asís, cuya vida le fue contada por un hermano durante el retiro de la profesión de fe lo y que siempre lo inspiraría; y Charles-André Poissonnier, discípulo de Francisco fallecido en 1938 en Marruecos, que había elegido recluirse en el pueblo de Tazert, a unos sesenta kilómetros de Marrakech, dedicando su vida al servicio de los enfermos en el dispensario, para encontrarse con el pueblo bereber con el que quería ser «bereber en medio de los bereberes» a través de la oración silenciosa y de la ofrenda a su nuevo pueblo. Jean-Paul se hará franciscano en Marruecos.

Después de su seminario menor seráfico en Fontenay-sous-Bois, respondió a la llamada del Comisionado Provincial para Marruecos que estaba buscando hermanos. A los 18 años, en septiembre de 1949, pisó África por primera vez. Sería para siempre. Entró en el noviciado el 4 de agosto del mismo año, se unió a un grupo de unos quince compañeros, todos más avanzados en edad que él, que habían eligieron Marruecos en el espíritu del hermano Charles-André Poissonnier. Era un apasionado por la lengua árabe (el clásico y el dialecto), las culturas marroquí y bereber, por el encuentro y el conocimiento del Islam. Mientras estudiaban en Francia, se sentían orgullosos de esta dimensión especial («somos para Marruecos»), del mismo modo que el grupo de los primeros hermanos vietnamitas que habían ido a estudiar a Francia.

El padre Joël pasaría diez años entre Europa y Marruecos, redescubriendo Bretaña durante dos años de filosofía, descubriendo Alemania durante su servicio militar, reexaminando la vida marroquí durante dos años de integración pastoral y lingüística, para luego, finalmente, sumergirse en sus estudios teológicos durante cinco años en el gran convento de estudios de Orsay en los suburbios parisinos. Fueron años de grandes cambios, con la Independencia de Marruecos (1956) y los inicios del Concilio Vaticano II (1958-1965). Nuestro joven hermano estaba entusiasmado con este mundo en transformación, que se estaba abriendo a un nuevo viento de libertad y creatividad que sentía la vena del Evangelio. A partir de este momento mantendrá un profundo afecto y veneración por el buen Papa Juan y por su máximo sucesor, Francisco, cuyas meditaciones le encantaba leer a diario. Se unió definitivamente a los hermanos menores en 1955 y fue ordenado sacerdote en Orsay por Mons. Amédée Lefèvre en 1960.

En 1961, una vez en Marruecos, el ahora «padre Joël» a petición de sus superiores, se sumergió en la vida parroquial: fue vicario y párroco en la Catedral de Saint Pierre de Rabat y en Notre Dame des Anges de Agdal en Rabar, Roches Noires en Casablanca y Saints Martyrs en Marrakech. Todos recuerdan su dulzura, su escucha y su asombrosa disponibilidad, especialmente hacia los más pobres: ¡cuántos hermanos sentados a mesa lo habrán esperado mientras iba a atender al Cristo que llamaba a la puerta! Apasionado por las alegrías y los sufrimientos de todos los que se le confían directamente (voluntarios, ancianos franceses, jóvenes expatriados…), sin embargo, continuaba cultivando discretamente su amor por el país, de modo particular seguía trabajando todos los días la lengua árabe. Una doble fidelidad que no siempre se entendía bien, durante una de sus primeras misas en Marrakech, cuando cantó el Padre Nuestro en árabe: un feligrés decía «¡Has visto a nuestro párroco, reza en bretón!» Nada le impidió nunca profundizar en su principal interés, entablando amistades profundas con los marroquíes más sencillo, tal como un vecino marroquí le había recordado una vez, «era sacerdote no solo por ¡Cristianos, sino para todos!”

De 1970 a 1976, los 50 hermanos de la zona francesa de Marruecos le pidieron a Joël que se responsabilizara de la Custodia. Se dedicó al cuidado de los hermanos, destacando por su libertad de Espíritu en el servicio a de todos. Le tocó gestionar la vinculación de la Custodia de Marruecos a la Provincia de Lyon (en Francia) y la fundación de una casa para los antiguos misioneros de Marruecos a Célony en los suburbios de Aix-en-Provence. Debido a su antiguo cargo, también le tocó pronunciar la homilía en el funeral del padre Jean-Mohammed Abd El-Jalil, un musulmán marroquí que se hizo cristiano y luego franciscano en la década de 1930. Para nuestro hermano, el «Padre Jean» fue un modelo, un precursor en el camino, tanto por su conocimiento íntimo del Islam (la fe de sus padres) como por la forma en que vivió su conversión: no como una ruptura sino como una continuidad y una conquista. En el corazón de la fe de nuestro hermano Joël se encontraba siempre esta unidad fundamental de nuestro destino en Dios.

Después de más de diecisiete años en Marrakech como párroco, el hermano Joël fue enviado a Meknes en 1990. Se cumplía su sueño de poder vivir en un mundo completamente musulmán y no tan solo en un entorno cristiano con amistades musulmanas en el exterior. Se deja adoptar por muchas personas que consideran a este fraile anciano, que no ahorra su tiempo ni sus esfuerzos por ellos, como la baraka (bendición) del vecindario. Improvisa como profesor de francés, un curso de alfabetización para mujeres analfabetas, profundamente conmovidas por su amor y paciencia. ¡Cuántas solicitudes de visas, gestiones para pensiones, folletos para eventos culturales o tareas universitarias no ha corregido! Y cuando la gente necesita el inglés: ¡él lo enseñará aprendiendo junto a los estudiantes! Los domingos se sumerge en la pequeña comunidad de fieles en Azrou en la alegría del ecumenismo. En la casa se suceden hermanos de todo el mundo ante la invitación del Ministro general. En el vecindario la amistad los une a todos. El corazón de nuestro hermano se abre a esta libertad franciscana a escala mundial.

Tras varias dificultades de salud, entre 2012 y 2013 se hacen sentir los efectos de la edad especialmente en la subida de las escaleras de la casa de Meknes, en septiembre de 2015 el hermano Joël fue enviado a Tánger. Allí, descubrió la alegría del idioma español, y el mundo de los estudiantes y migrantes subsaharianos. Todos lo adoptaron como un padre cuyo consejo y bendición todos buscaban, ya sea antes de cruzar la frontera o ante un partido de fútbol. En los últimos años descubrió una nueva gran alegría en la pastoral de prisiones donde acompañando a estos hermanos, sabe mostrar la ternura de Cristo a quienes no tienen a nadie. Las monjas de Tánger a las que sirvió durante estos años, en inglés, árabe, italiano o español, había encontrado en él ese ser unificado que sabe recordarnos constantemente lo único esencial que es Dios.

Nosotros sus hermanos, conservaremos de él, el testimonio de este hombre frágil que solo podría dejar pasar a través de él la fuerza del Espíritu de Amor. Muchas veces oímos como su voz cantaba el antiguo cántico Umbro del hermano Sol de San Francisco y este recuerdo constante de la carta de San Francisco a un ministro: “En esto quiero saber que amas al Señor, y me amas a mi su siervo, que no haya en el mundo ningún hermano, que mucho que haya pecado, se aparte de ti sin haber vito en tus ojos la misericordia”

El día 29 de marzo de 2019, en la ciudad de Tánger, nuestro hermano Joël pasó de este mundo al Padre.

¡Gracias, Joël, y que tengas un buen viaje en tu Señor!

#CírculosDeSilencioEnCasa

MANIFIESTO: “Ahora más que nunca, con las personas olvidadas”

#círculosdesilencioencasa

La situación de “Estado de alarma” decretada por el gobierno español ante la epidemia del coronavirus ha supuesto el masivo confinamiento de la población en los hogares, resumido en el hashtag #QuédateEnCasa. También ha conllevado una gravísima crisis económica, con la apertura de ERTEs en innumerables empresas y la pérdida de empleo para muchos cientos de miles de personas. Mientras, los contagios aumentan y las víctimas del virus no dejan de multiplicarse. Con ellas, crece el dolor y la preocupación de las familias.

En estas circunstancias, no podemos dejar de alzar la voz por las personas migrantes, que encarnan, muy a pesar suyo, a las víctimas de siempre, también de ahora. Ellas han encontrado sus posibilidades de sobrevivir en trabajos muchas veces precarios que exigen deambular por las calles -manteros-; ellas han asumido muchos de los trabajos de cuidados en los hogares españoles; ellas afrontan también en un elevado porcentaje tareas agrícolas en condiciones a menudo muy difíciles; ellas -en especial las mujeres- son víctimas de la trata y se ven abocadas a la prostitución; ellas, por último, se encuentran a menudo recluidas en los CIEs por no cometer más delito que haber huido de las guerras, el hambre, la pobreza…

Son también no pocas personas migrantes, junto a otras muchas empobrecidas y marginadas, las primeras que no pueden cumplir el requerimiento del gobierno de recluirse en sus hogares porque viven en la calle o en campamentos improvisados junto a las grandes explotaciones agrícolas donde trabajan o en prostíbulos o en cárceles o en los CIEs, o en pisos diminutos que comparten porque no pueden permitirse nada mejor, igual que muchas otras personas víctimas de la pobreza y la exclusión… En definitiva, hablamos de una parte de la población, de vecinos y vecinas que no pueden cumplir el requerimiento del gobierno porque no tienen casa, porque no tienen algo a lo que puedan llamar hogar.

Estos días hemos recibido con esperanza la noticia de que están “desalojando” algunos CIEs (en Aluche, Barcelona, Valencia…) para evitar el contagio de sus internos.  Pero no somos ingenuos: la medida se debe a las reclamaciones de las organizaciones de derechos humanos, a las protestas de los internos y a la preocupación porque haya allí un contagio masivo que ponga -más aún- en evidencia las condiciones de hacinamiento en las que (mal)viven los internos, y sobre todo se debe a la imposibilidad de expulsarlos por el cierre de fronteras. En todo caso, El Defensor del Pueblo ha solicitado al Gobierno, sumándose a la reclamación de numerosas organizaciones y colectivos, la liberación de todas los inmigrantes de los Centros de Internamiento para Extranjeros (CIE) de España. Enseguida surge la pregunta de si las personas allí recluidas recibirán opciones para acogerse en condiciones dignas bajo un techo. De momento, el  gobierno libera a las que tienen residencia estable; para las que carecen de ella, dice estar buscando alternativas humanitarias… que  esperemos lleguen lo antes posible.

Recientemente, Leilani Farha, relatora especial de Naciones Unidas, era muy clara al referirse a la situación de muchas familias y personas sin una vivienda digna: “Insto a los estados a que tomen medidas extraordinarias para garantizar el derecho a la vivienda para que todos puedan protegerse contra la pandemia”. Y añadía con rotundidad: “La vivienda se ha convertido en la primera línea de defensa contra el coronavirus. El tener un hogar, ahora más que nunca, es una situación de vida o muerte”. No se puede hablar más claro.

Por todo ello, nos sumamos a muchas personas, organizaciones y colectivos de derechos humanos y exigimos:

  • Frenar las repatriaciones y cualquier otra medida de orden judicial o administrativo que ponga en riesgo a personas que ante todo deben tener garantizadas las necesarias medidas de protección sanitaria. Recordemos además que el mantenimiento de estas políticas solo contribuye a coartar la consulta de las personas migrantes sin papeles en los centros de salud cercanos.
  • Cerrar los CIEs y ofrecer alternativas habitacionales dignas a las personas que no tengan una vivienda estable; además, deberán garantizarse condiciones de seguridad sanitaria adecuadas en todos los albergues y alojamientos para personas sin residencia fija que estén allí de forma temporal, mientras no se les ofrece una alternativa más idónea.
  • Combatir y denunciar las afirmaciones de carácter xenófobo que busquen estigmatizar a las personas migrantes, especialmente cuando proceden de organizaciones y medios con evidente poder mediático.
  • Compromisos explícitos por parte de los poderes políticos y mediáticos para promover una información argumentada en positivo sobre las aportaciones que hace la población migrante y refugiada a nuestra sociedad, al tejido económico mediante el consumo y el pago de impuestos, a la potenciación de los cuidados, a los trabajos en la agricultura y la construcción, a la recuperación y regeneración del tejido social, cada vez más envejecido…

En estos días, como si despertáramos a una nueva realidad, somos más conscientes que nunca de lo que es importante en la vida: la libertad de movimientos, de desplazarte a donde te plazca (los vuelos procedentes de España han sido restringidos en muchos países); el placer de gozar de un paseo, sin rumbo fijo, solo porque sí; la alegría de encontrarse con las personas amigas, con las vecinas, con la gente de nuestro entorno; la maravilla de la caricia, del beso, del abrazo; el valor de los trabajos de cuidados y de quienes producen nuestros alimentos, en manos muchos de ellos de las personas migrantes y precarizadas…

Surge una esperanza… Esta crisis ha puesto de manifiesto nuestra fragilidad, nuestra vulnerabilidad. Acaso ahora, que han caído nuestras seguridades, acaso ahora, que el estado de bienestar se tambalea, podamos liberarnos de los miedos que llevaron a cerrar todas las fronteras a las personas migrantes y refugiadas. Tal vez podamos, ahora, por fin, abrir los ojos y los brazos a quienes vienen del sur buscando un mundo mejor y pueden ayudarnos a construirlo.

Podríamos terminar este manifiesto exigiendo un cambio en las políticas migratorias en nombre de las víctimas, porque hemos asumido tácitamente ese juego del lenguaje que nos lleva a distinguir entre nosotras y ellas, las otras, los de fuera. Pero no queremos caer   en ese juego. Así que lo vamos a hacer en nuestro propio nombre, en nombre de buena parte de la sociedad española y europea, que quiere otro mundo posible, necesario y cada vez más urgente. En nombre de muchas personas, organizaciones y colectivos; en nombre de una dignidad manchada y escarnecida; en nombre de una vergüenza infinita; en nombre, también, porque son fruto nuestro, de nuestras víctimas, que pueblan los fondos del mar Mediterráneo.

Un poeta escribió una vez: “Vendrá un día más puro que los otros […]. Un fulgor nuevo envolverá las cosas”. Vendrá un día más puro que los otros, un día en el que la solidaridad sea el pan tierno de cada día, un día en el que ya no haya CIEs, refugiadas, sin papeles, extranjeras, sin hogar, maltratadas, explotadas, ninguneadas, olvidadas, nadies…

Ese día puede ser HOY.

#CírculosDeSilencioEnCasa

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