CIUDAD DEL VATICANO, 17 de mayo de 2013 – El Santo Padre Francisco recibió en la Sala Clementina del Palacio Apostólico a los participantes de la Asamblea General de las Obras Misionales Pontificias (OMP).
A los participantes en la audiencia, encabezados por el cardenal Fernando Filoni, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el Santo Padre les recordó que “el obispo de Roma está llamado a ser pastor no solamente de su Iglesia particular, sino de todas las Iglesias, para que el evangelio sea anunciado hasta los extremos de la tierra”. Y en esta tarea “Las OMP son un instrumento privilegiado en las manos del Papa, el cual es principio y signo de la unidad y de la universalidad de la Iglesia”.
Francisco recordó que son ‘pontificias’ porque “bajo la directa disposición del obispo de Roma” de manera que “sea ofrecido a todos el don precioso del evangelio”.
Por ello, prosiguió el Santo Padre, estas “son plenamente actuales, más aún, necesarias porque hay tantos pueblos que todavía no han conocido ni encontrado a Cristo y urge encontrar nuevas formas y caminos para que la gracia de Dios toque el corazón de cada hombre y cada mujer y los lleve a Él”.
“Ciertamente -prosiguió- la misión que nos espera es difícil, pero con la guía del Espíritu Santo se transforma en una misión que entusiasma”. Y aunque todos experimentamos nuestra debilidad, debemos recordar la frase de san Pablo: “Nosotros… tenemos este tesoro en vasos de barro, para que sea visible que esta extraordinaria potencia le pertenece a Dios y no viene de nosotros”.
El Papa invitó a los directores OMP como lo hizo Pablo VI casi cincuenta años atrás a cuidar las Obras Misioneras que tienen el honor y la responsabilidad, de sostener con las ayudas necesarias a la misión que anuncia el evangelio.
Francisco recordó que si bien las OMP están puestas también bajo la solicitud de los obispos, para que se radiquen en la vida de las Iglesias particulares, “deben convertirse realmente en una herramienta privilegiada para la educación en el espíritu misionero universal y en la comunión y colaboración cada vez más intensas entre las Iglesias para el anuncio del Evangelio al mundo”.
Y “frente a la tentación de las comunidades de encerrarse en sí mismas, preocupadas por sus problemas -ha subrayado el Pontífice- vuestra tarea es llamar a la “missio ad gentes”, de testimoniar proféticamente que la vida de las Iglesias es misión y es misión universal”.
“En este contexto –prosiguió Francisco– les invito a tener una atención particular por las Iglesias jóvenes que, a menudo, viven en un clima de dificultad, de discriminación y también de persecución, para que sean sostenidas y ayudadas a la hora de testimoniar con la palabra y las obras el Evangelio”.
Y concluyó sus palabras invocando a María y alentando a los directores de las OMP a proseguir su labor “para que las Iglesias locales asuman cada vez con más generosidad, su parte de responsabilidad en la misión universal de la Iglesia”.
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