Jornada de oración y ayuno por la paz

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Nos unimos a la jornada de oración y ayuno para implorar la paz convocada por el papa Francisco para mañana, 7 de octubre.

El pasado día 2 de octubre, durante la Misa de inicio de la Segunda Sesión del Sínodo de los Obispos, el papa Francisco convocó una jornada de oración, ayuno y penitencia para pedir el don de la paz, para mañana lunes 7 de octubre cuando se cumple el primer aniversario del brutal ataque de Hamás a Israel, que dio origen a la actual espiral de guerra que se expande de manera que parece irrefrenable. Hoy, acompañado de un numerosos grupo de participantes en el Sínodo de los Obispos ha realizado una visita a la basílica romana de santa María la Mayor para rezar el Rosario y suplicar a la María Virgen, por la paz en el mundo, pero muy especialmente por el final de la guerra en Gaza y de la actual escalada de violencia que afecta al Líbano y amenaza con expandirse a otros países.

En la archidiócesis de Tánger nos unimos a esta llamada del Papa; como modelo de oración para la Jornada de mañana, proponemos el presentado por el cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca latino de Jerusalén. Es una oración que, además de ser rezada individualmente, puede ser utilizada también al final de la celebración de la Eucaristía, como conclusión del Rosario o en otros momentos de oración comunitaria:

Oración por la paz
Señor Dios nuestro,
Padre de nuestro Señor Jesucristo y Padre de toda la humanidad,
que, por la cruz de tu Hijo y por el don de su propia vida
pagó un alto precio para destruir el muro de la enemistad y la hostilidad
que separa a los pueblos y nos convierte a todos en enemigos:
envía a nuestros corazones el don del Espíritu Santo
para que nos purifique de todo sentimiento de violencia, odio y venganza,
que nos ilumine para comprender la dignidad irreductible de cualquier persona,
y nos inspire a trabajar por un mundo de paz y reconciliación
en la verdad y en la justicia en el amor y en la libertad.
Dios Todopoderoso y eterno, las esperanzas de la humanidad
y los derechos de todos los pueblos están en tus manos:
asiste con tu sabiduría a quienes nos gobiernan,
para que, con tu ayuda, sean sensibles a los sufrimientos de los pobres
y a los que sufren las consecuencias de la violencia y la guerra;
que promuevan en nuestra región y en toda la tierra el bien común y la paz duradera.
Virgen María, Madre de la Esperanza, Obtén el don de la paz
para la Tierra Santa que te vio nacer y para el mundo entero. Amén.