«No conviene que el hombre esté solo». Cuidar al enfermo cuidando las relaciones. Este es el título del mensaje del papa Francisco con ocasión de la XXXII Jornada Mundial del Enfermo 2024, que la Iglesia celebra el 11 de febrero, memoria de la Santísima Virgen María de Lourdes.
Con esta referencia bíblica al libro del Génesis (Gn 2,18), el Santo Padre recuerda que «los cristianos estamos especialmente llamados a hacer nuestra la mirada compasiva de Jesús». Por eso, invita a cuidar «a quienes sufren y están solos, e incluso marginados y descartados. Con el amor recíproco que Cristo Señor nos da en la oración, sobre todo en la Eucaristía, sanemos las heridas de la soledad y del aislamiento. Cooperemos así a contrarrestar la cultura del individualismo, de la indiferencia, del descarte, y hagamos crecer la cultura de la ternura y de la compasión«. «Los enfermos, los frágiles, los pobres -señala el papa Francisco- están en el corazón de la Iglesia y deben estar también en el centro de nuestra atención humana y solicitud pastoral».
En la Archidiócesis de Tánger son numerosas las obras sociales que tienen por destinatarios los enfermos. La Iglesia en estas tierras, a través de sus religiosos y religiosas, lleva a cabo la obra de misericordia de “visitar a los enfermos” en sus múltiples facetas. Por ejemplo, los Franciscanos de la Cruz Blanca, presentes en Tánger y Alhucemas, atienden especialmente a enfermos de salud mental; las Franciscanas Misioneras del Corazón Inmaculado de María, ofrecen atención sanitaria en el Hospital italiano de Tánger; las Hijas de la Caridad se ocupan de enfermos y ancianos en Ksar El-Kebir, Tetuán y Alhucemas; las Franciscanas de la Inmaculada llevan adelante la escuela Effetah, para niños sordos.
Acojamos todos la invitación a hacer crecer la cultura de la ternura, de la compasión, de la cercanía y recemos de manera especial por todos los enfermos:
— Por la Iglesia: para que asumiendo su vocación maternal acoja en su seno a todos los que se sienten solos y haga presente el consuelo de Cristo. Oremos.
— Por nuestros hermanos enfermos: para que, experimentando el misterio del dolor, sientan también la presencia cercana y maternal de la Virgen. Oremos.
— Por todos los consagrados al servicio de los enfermos y mayores: para que su dedicación y entrega sea reflejo del rostro misericordioso del Padre para quien nos necesite. Oremos.
— Por nuestra comunidad cristiana, nuestra parroquia: para que se muestre siempre cercana a las necesidades de quienes padecen la tristeza sea un verdadero hogar de acogida, acompañamiento y servicio para ellas. Oremos.