Jubileo de los jóvenes: Que la esperanza siga siendo nuestro compartir diario

Nuestros representantes, con sus certificados de peregrinos

A la vuelta de una semana jubilar en Roma hay tiempo para reponer fuerzas, hacer balance y dejar sedimentar la experiencia vivida. Pero a la vez, nuestros jóvenes peregrinos han querido compartirla enseguida con toda la diócesis. He aquí sus testimonios:

Paul:

Viva la llama, mi única esperanza:
Deja que mi canción te alcance.
De tu corazón brota la vida divina,
En el camino confío en ti.

Paul Vagne

«Este verso del himno jubilar me recuerda la profundidad de la peregrinación de los jóvenes que hemos vivido en Roma: esperanza en la lluvia, en el sol, en el hambre, en el cansancio… En las calles de Roma, continuamos caminando con confianza en Jesucristo, nuestra única esperanza.

Después de la misa de apertura y los días de diálogo con la ciudad, vivimos un día de intensa penitencia, como una vuelta a lo básico. Luego, en Tor Vergata, en los últimos dos días, experimentamos una cumbre espiritual: la vigilia de oración del sábado y la misa de clausura del domingo, ambas presididas por el Santo Padre León XIV.

Con más de un millón de jóvenes reunidos, un fuerte momento de diálogo con el Papa dejó su huella en nuestras mentes: tres jóvenes le hicieron preguntas por turno sobre la amistad, el coraje de elegir y el recordatorio de la bondad. La velada terminó con una gran meditación con la adoración del Santísimo Sacramento.

En su homilía del domingo, el Santo Padre nos invitó poderosamente a la esperanza. Apoyándose en San Agustín, nos desafió: «¿Cuál es, entonces, el objeto de nuestra esperanza? […] ¿Es la tierra? No. ¿Es algo que viene de la tierra, como el oro, la plata, el árbol, la cosecha, el agua? […] Y  concluyó, también con san Agustín: “Buscad a Aquel que los hizo: es Él, vuestra esperanza”.

Este jubileo en Roma me ha dejado mensajes profundamente humanos, intensas experiencias espirituales y nuevas energías. Vuelvo renovado. Vuelvo con una nueva sed de Ser y de dar testimonio. Que Cristo, nuestra esperanza y nuestro Redentor nos ayude a seguir brillando como la luz del mundo y la sal de la tierra, tal y como el Papa nos exhortó en la misa de apertura, por un mundo más justo y pacífico.

Que la esperanza siga siendo nuestro compartir diario».

Johanna: «Lo que más me conmovió en Tor Vergata durante la vigilia fue esta palabra que el Papa repitió en varios idiomas: «Quédate con nosotros, Jesús». Durante la vigilia, invitó a cada joven a mantener la amistad porque «queremos la paz en el mundo”, dijo en su discurso en la Plaza de San Pedro después de la misa del martes, y «la amistad es el camino hacia la paz», dijo el sábado por la noche. Sobre todo, dejó claro que el primer amigo y quien siempre nos será fiel, es Jesús.

Pude comprender que cuando todo parece difícil en nuestras vidas, necesitamos una guía y, para tomar decisiones, recurrimos a un amigo; ese amigo a quien debemos recurrir es Jesús, porque siempre quiere nuestro bien. Dios es quien siempre quiere el bien para nosotros y siempre nos guía hacia Él, así que elijámoslo continuamente y tomemos nuestras decisiones de vida en Él, porque Él mismo es nuestra vida. Con Él, nuestro miedo dará paso a la esperanza que nunca nos defrauda.

Nos invitó a ser amigos de Cristo y a basar toda amistad en esta amistad con Jesús.

También nos invitó a reflexionar sobre nuestro estilo de vida, a reflejar a Cristo a partir de sus palabras: ayudar a los pobres, buscar un mundo mejor lleno de paz, alegría, esperanza y justicia, dar testimonio del bien que deseamos ver en el mundo.

¡Cada día de esta peregrinación con los otros cinco peregrinos ha sido una aventura! Algo inolvidable, sin duda, pero cada día no fue fácil… Regresábamos a casa cansados, después de caminar todo el día, nos perdimos algún día, hubo desacuerdos… Pero lo que más me conmovió fue que, en cada prueba, siempre decíamos: «La esperanza no defrauda», y seguíamos adelante.

Pero al final de esta peregrinación, me he dado cuenta de que la vida misma es como esta peregrinación: quienes esperan, especialmente en Cristo, siempre salen victoriosos. Ciertamente, fue agotador, pero el cansancio no fue en vano. Porque la vida no tendría sentido si no hubiera pruebas y dificultades. Pero lo más importante es tener esperanza y saber que, si caemos en este camino, Cristo nos levantará. Él nos guiará hacia el bien, como siempre lo ha hecho y como siempre lo hará.

Por eso, invito a todos los jóvenes a tener esperanza en que, aunque pasemos por muchas pruebas, lo tomemos todo como una bendición, porque “todo es gracia”, “la esperanza nunca defrauda”».

De izquierda a derecha, Luisa, Wali y Johanna

Luisa: Ha sido algo impresionante esta peregrinación en Roma con tantos jóvenes: las visitas a las diferentes basílicas, estar en el interior de ellas contemplando lo que son y todo lo que contiene cada una, poder rezar ahí, ver también la tumba del Papa Francisco… Todo se siente milagroso.

Una frase del Papa que me ha marcado desde el inicio ha sido esa, al final de la misa de bienvenida: “Ustedes son la sal de la tierra y la luz del mundo”

Puedo decir que cada noche, al ir a dormir, a cubierto o al raso, como en Tor Vergada, a parte de mucho cansancio he sentido gracia y bendición.

Wali sostiene la bandera de Marruecos

Wali: Es mi segunda vez en Roma, y cada vez que vengo aquí, siento una cercanía más profunda con Dios, como si estuviera viviendo un anticipo de la vida eterna. Cruzar la Puerta Santa es para mí una experiencia espiritual que me transporta a otra dimensión: una dimensión de gracia, de silencio interior y de renovación del alma.

Después de estos días de peregrinación jubilar, yo creo que el Papa nos invita a no tener miedo de soñar en grande, a comprometernos con una vida que dé fruto, a transformar el mundo desde dentro, empezando por nosotros mismos. Nos invita a dejarnos mirar por Cristo para poder mirar al mundo con su misma ternura, y así ser luz allí donde haya oscuridad.

P. François y Fr. Thaddée, concelebrando la eucaristía en Tor Vergata

También para los acompañantes, el franciscano Fr. Thaddée y el javeriano P. François, ha resultado una experiencia única, con esos mismos ingredientes de gracia, cansancio y esperanza de los que hablan nuestros jóvenes. En palabras de François, era grande el sentido de “responsabilidad de acompañar a un grupo de jóvenes en nombre de la archidiócesis, signo también de la confianza que nos tiene el arzobispo. Pero también, responsabilidad de rezar por la archidiócesis y por tantos amigos y familiares. Representar la archidiócesis y venir con la bandera de Marruecos, ha sido una gran alegría. Le pido a Dios la gracia de confiar en Él, de aumentar mi fe. Cristo me amó y amó nuestra archidiócesis hasta el extremo. Siento que Dios confía mucho en los cristianos de Tánger.

Demos gracias a Dios por los frutos de este año jubilar en los jóvenes y en todos los fieles de nuestra diócesis y de toda la Iglesia universal.

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