Notre-Dame de l’Altlas à Midelt. “No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos” (Jn 15,9)

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Desde el Monasterio de Notre-Dame de l’Altlas en Midelt, nos llega esta bella explicación del ICONO DE LOS BEATOS MÁRTIRES DE ARGELIA.

– Cristo se inclina desde las nubes y bendice a sus hijos de Argelia. Está haciendo llover las «coronas de la vida» (Ap. 2,10) porque » Dichoso el hombre que resiste la prueba, porque, al salir airoso, recibirá en premio la vida que Dios ha prometido a los que lo aman» (St 1,12).

– En la parte superior derecha, Monseñor Pierre Claverie bendice a sus compañeros. La cúpula de la Basílica Santa Cruz nos recuerda que es obispo de Orán.

– En la parte superior izquierda, la Basílica de Nuestra Señora de África recuerda que es en Argel y en la región donde nuestros hermanos y hermanas dieron sus vidas por sus hermanos de Argelia.

– Los cuatro Padres Blancos de Tizi Ouzou: de izquierda a derecha:
Charles Decker,
Jean Chevillard,
Alain Dieulangard,
Christian Chessel.
Christian, responsable de la comunidad, lleva alrededor del cuello el rosario que cada Padre Blanco recibe el día de su profesión perpetua.

– Abajo, de izquierda a derecha:
Henri Vergès, hermano marista, lleva algunos libros de documentación destinados a adolescentes.
Hermana Paul-Hélène, hermanita de la Asunción.
Hermanas Caridad y Esther, hermanas Agustinas.
Hermana Odette, hermanita del Sagrado Corazón de Charles de Foucauld
Hermanas Angèle-Mary y Bibiane, hermanas de Notre-Dame de los Apóstoles

– Abajo, el monasterio de Tibhirine con: de izquierda a derecha:
Hermano Célestin
Hermano Michel
Hermano Christophe
Hermano Christian sosteniendo su testamento en la mano izquierda.
Hermano Paul
Hermano Bruno
Hermano Luc

– A la derecha: Mohamed Bouchiki, el amigo y conductor ocasional de Monseñor Claverie. En su mano izquierda «Al Tasbih» nos recuerda que es un musulmán y un hombre de oración.

– Como criaturas, somos parte del cosmos. Para expresar la universalidad de nuestro «suelo», utilicé el mismo pigmento (tierra de Toscana) para todas las rocas del icono. Para expresar la vida, la resurrección: un ciprés y un olivo. Fijémonos: todos tienen una rama cortada. En la iconografía, cada árbol lleva al menos una rama cortada (un recordatorio de que todos estamos llamados a ser podados para dar fruto, cfr. Jn 15,2)

– Todos peregrinos al Reino de Dios, las rocas en el ícono siempre parecen pasos; así como el icono nos lleva de las tinieblas a la Luz, los colores, oscuros al principio, pasan por sucesivas aclaraciones para terminar con el blanco, símbolo de la Resurrección. En cuanto a las hojas doradas que representan la Eternidad, siempre se colocan primero en la madera (de tilo).

Interpretación del icono por la hermanita Odile, iconógrafa.