Oportunidades frente a vallas

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Instituciones locales y eclesiales se vuelcan con el Centro Baraka de Formación Profesional en Nador

Velázquez (izda), junto a varios miembros del equipo

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA. FOTOS: CENTRO BARAKA | A 15 kilómetros de Melilla, Nador fue, un siglo atrás y gracias a sus ricos yacimientos mineros, uno de los principales bastiones del dominio colonial español en Marruecos.

Hoy, pese a ser considerada como la segunda urbe económica del país y contar con un importante núcleo poblacional (300.000 habitantes), un aeropuerto internacional y una universidad, lo cierto es que el enclave rifeño mantiene una alta tasa de analfabetismo entre la ciudadanía autóctona (árabe, bereber y subsahariana), que además padece en buena medida el flagelo del paro.

Ramón Buxarrais.
Ramón Buxarrais.

Consciente de esta situación, en 2009, Ramon Buxarrais, obispo emérito de Málaga y residente en Melilla, expuso la cuestión a la Diócesis de Tánger y puso en contacto a la ONG salesiana Solidaridad Don Bosco (que ya llevaba un centro de formación profesional en Tánger) con otra asociación que en su día él mismo promovió en Melilla para ayudar a Nador: Insona (Iniciativas Sociales Nador).

Talleres de todo tipo

Fruto de esta alianza de colectivos hermanos preocupados por la promoción de la equidad, nació en Nador el Centro Baraka de Formación Profesional, con talleres de pastelería, cocina, informática, electricidad o fontanería dirigidos a jóvenes marroquíes sin trabajo o instalados en la economía sumergida, carentes, por tanto, de todo derecho laboral. Posteriormente, Cáritas Tánger sustituyó a Insona y a Solidaridad Don Bosco (a esta el pasado junio) como principal parte local. Sin embargo, si a lo largo de los últimos años esta iniciativa ha estado apoyada económicamente por la Agencia Española de Cooperación para el Desarrollo Internacional (AECID), los duros recortes del Gobierno español sobre este departamento (y el pacto por el que debían ir buscando progresivamente otras vías de financiación) han hecho que, desde junio, haya cesado todo su apoyo al Centro Baraka.

  •  Un hogar para todos
  • Recogida de fondos

Despedida-Alam-65Pero, pese a todo, nadie en él se plantea el fin de un proyecto que desde la Diócesis de Tánger se ve como prioritario. Así, consciente de que se avecinaba la ausencia de la financiación externa, su arzobispo, Santiago Agrelo, nombró director en 2012 al sacerdote español Esteban Velázquez [ver entrevista]. Trabajador incansable en todo tipo de iniciativas con las comunidades locales más desfavorecidas (ver VN, nº 2.893), este jesuita, también responsable de la Delegación de Migraciones en Nador, no ha cesado hasta encontrar un nuevo sostén para el Centro Baraka. Se trata de la Universidad Loyola Andalucía, que se ha comprometido a suplir el equivalente de la contribución de la AECID como mínimo para los próximos seis meses. De hecho, a lo largo de este verano, la Universidad, a través de la Fundación ETEA, ha desarrollado una amplia campaña de microfinanciación colectiva a través de la página web Goteo [ver aquí], donde muchos de sus alumnos han otorgado donativos con el fin específico de apuntalar el Centro Baraka con 18.340 euros. Una marea de solidaridad que se ha visto secundada por el compromiso de la ONG de Málaga Justicia y Alegría, que, entre otras cosas, interpela al Ayuntamiento malacitano para que se involucre en el proyecto y financie otro año más de vida del mismo.

Profundamente agradecido por estos nuevos apoyos (a los que se ha sumado Cáritas Española, que ha financiado un taller este último semestre), Velázquez apela a ese espíritu de comunión para contribuir a que Nador sea una ciudad con más oportunidades para sus jóvenes tantas veces desesperanzados: “Seguimos apostando por la idea original, que era y sigue siendo preparar a chicos de escasos recursos para su inserción laboral”. Un eje esencial que refrenda el propio arzobispo Agrelo:

El proyecto Baraka nació para ofrecer a jóvenes de Nador y su entorno una oportunidad de preparación profesional que, capacitándolos para ejercer una profesión rentable en el país, alejase de ellos el riesgo de entrar por los caminos de la emigración.

Un hogar para todos

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“Menor de 30 años y de escasos recursos económicos”. Ese es el perfil que, según afirma Esteban Velázquez, priorizan de cara a la inscripción en el Centro Baraka. Y es que, pese a los muchos jóvenes sin oportunidades en Nador, no pueden acoger a todos. Eso sí, destaca, lo mejor es cuando una de esas oportunidades cristaliza en una vida concreta más digna: “En no pocas cafeterías y comercios me he encontrado con chicos que se han formado en el Baraka. Todos te saludan con mucho afecto y agradecimiento. Además, siempre buscamos mantener los lazos con ellos. Cada vez que hay una actividad cultural o una presentación en la sede, les pedimos que vengan. Pretendemos ser, y de hecho lo somos, un hogar, una familia para todos los jóvenes de Nador. Cuando nos juntamos, percibo ante todo una cosa: sus rostros de alegría”.

En el nº 2.907 de Vida Nueva