Pentecostés 2023 Carta de nuestro Arzobispo a la Diócesis

EL ESPÍRITU DEL SEÑOR ESTÁ SOBRE MÍ

El Espíritu Santo, cuya solemnidad celebramos en Pentecostés como culminación de las fiestas pascuales, colme con su fuerza y con su luz a todos los que caminamos en esta Iglesia particular de Tánger.

Puertas y ventanas cerradas, llenos de miedo a los defuera del grupo, separados de los que no piensan como ellos,incomunicados para no contaminarse, así están los discípulosde Jesús tras los acontecimientos dramáticos y luminosos almismo tiempo de la pasión, muerte y resurrección del Señor.La misma escena aparece, tanto en el Evangelio (Jn 20, 19-23) como en la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles (2,1-11) que se proclaman en la Eucaristía de la solemnidad.

Pero el Espíritu Santo, que Jesús había prometido insistentemente a los discípulos, se presenta con fuerza como queriendo echar abajo esas paredes que encierran a los suyos, y en las que parecen emparedarlo a Él mismo. Y el Espíritu de Jesús se derrama sobre la primera iglesia de forma tan escandalosa que al oír el ruido acudieron en masa los habitantes de Jerusalén.

Esta es la postura del Espíritu, totalmente opuesta a la actitud de refugio en los “cuarteles deinvierno” de los discípulos. Es verdad que, ante la irrupción del Espíritu, aquellos discípulos podían haberse hecho los sordos, pero son dóciles y se dejan arrastrar por el vendaval de Pentecostés;abren puertas y ventanas, salen de la casa, y entran en contacto con gentes procedentes de numerosas regiones de la tierra, a las que hablan con la fuerza de un Espíritu que es Amor y hace que todos los entiendan la Buena Noticia que Jesús les dejó y que ahora predican bajo el soplo delParáclito. Y, como el lenguaje del amor es universal, cada uno lo entiende en su lengua y en su cultura. Y es que el Espíritu Santo, como Jesús, no impone más que una sencilla ley,la ley del amor, de la fraternidad, ley que todos entienden.

Lo sabemos muy bien, quienes no son cristianos y también no pocos bautizados no comprenden a la Iglesia Católica, pero todos entienden la ley del amor que se expresa en Cáritas y en otras estructuras e instituciones eclesiales que dedican su tiempo y su esfuerzo a paliar las consecuenciasde un mundo en que son muchas las personas que quedan en los márgenes de la calzada por la quediscurre el devenir de la economía, la política, la cultura…

En su diálogo con Nicodemo (Jn 3,8), Jesús afirma que el Espíritu sopla libremente y nadie sabede dónde viene ni a dónde va. Y, sin embargo, cuántas veces nos empeñamos en señalarle caminos e intentamos, incluso, imponerle al Espíritu nuestros criterios y planteamientos; La historia es testigo de cómo hemos querido encerrarlo con frecuencia dentro del esquema de leyes humanas, que es comoquerer encerrar entre barrotes un viento huracanado.

El Espíritu Santo no nos pide permiso para entrar o salir, tampoco está dispuesto a dejarse encerrar con nosotros en nuestras jaulas, por muy doradas que sean o parezcan. El Espíritu, comoDios que es, se manifiesta como amor, y al amor no se le puede encerrar. El Espíritu ha venido a enseñar, no a que le enseñen, y Él enseña desde lo hondo del corazón a quien quiere.

Pero, El Espíritu, hoy ¿dónde está?, ¿dónde lo podemos encontrar? Para entrar en comunión con Él no es necesario frecuentar las aulas de las universidades más prestigiosas ni tampoco viajar hasta los confines del mundo.

      • Allí donde hay un corazón inocente, incapaz de dobleces o maldad, allí está el Espíritu
      • Allí donde nace un amor sincero, sin engaño, limpio y alegre, allí está el Espíritu
      • Allí donde un fuego arrebatado en venganza se convierte en brisa suave y honda deperdón, allí está el Espíritu
      • Allí donde la indiferencia egoísta y helada hacia el hermano se transforma en cálida y fraterna acogida, allí está el Espíritu
      • Allí donde, en la honda paz del corazón se toma la decisión heroica de entregar lapropia vida por amor a los demás, allí está el Espíritu
      • Allí donde una frase de la Escritura oída cien veces se nos presenta de repente con un nuevosentido que ilumina la existencia, allí está el Espíritu
      • Allí donde, la comunidad cristiana -basta con que sean dos o tres discípulos (cf. Mt 18,20)- se reúne para orar y celebrar el memorial pascual de Cristo Jesús, allí está el Espíritu
      • Allí donde nos esforzamos por hacer posible que ni razas ni lenguas ni religiones creenfronteras entre los hombres, allí está el Espíritu

Pentecostés es para quienes formamos la archidiócesis de Tánger una fuerte llamada a abrir depar en par las puertas y ventanas del corazón para que el Espíritu de Jesús entre, lo oxigene todo y nos llene de un amor renovado; ese amor nos impulsará a acoger el querer de Dios y a compartirlo gozosos con quienes nos rodean. Todo esto no es tarea de unos cuantos elegidos o privilegiados; porel bautismo todos hemos recibido el don del Espíritu Santo y estamos llamados -obligados, diría yo- aponernos en camino para que, en la diversidad de vocaciones y carismas, recibiendo agradecidos los dones que da el Espíritu Santo, hagamos crecer, aquí y ahora, el Reino de Dios.

Como nos dice San Pablo en la Primera Carta a los Corintios, que se proclama como segunda lectura en la Eucaristía de la solemnidad de Pentecostés (12, 3b-7. 12-1), el Espíritu Santo se manifiesta en los dones que nos concede y actúa en el conjunto del Cuerpo, que es la Iglesia, concretando su acción en cada uno de los miembros a través de los carismas recibidos, destinadosno a ser guardados egoístamente sino a ser puestos al servicio de la comunidad. A cada carismacorresponde un ministerio, es decir, un servicio o función. ¿Cuáles son mis carismas y qué función me siento llamado a desempeñar en la Iglesia?

Todos los bautizados somos miembros del único cuerpo de Cristo, pero al igual que ocurre en el cuerpo humano, cada miembro desempeña una función. Sin la colaboración de todos sus miembros el cuerpo humano no puede funcionar. Si un miembro se echa para atrás, se resiste o se resiente, todos sufren. Así es la Iglesia. En ella todos, presbíteros, vida consagrada y laicos, somos igualmenteimportantes.

En Pentecostés, la Iglesia celebra la Jornada de La Acción Católica y el Apostolado Seglar; cadaaño se nos recuerda la urgencia de que, de modo particular los laicos, que son la mayoría de los cristianos, encuentren su lugar dentro de la Comunidad eclesial; así podrán desarrollar plenamente su vocación bautismal y el ejercicio de los ministerios laicales. Pero para ello es necesario que:

      • los laicos dejen de lado actitudes que hablan de pasividad y participen plenamente en la vida de la propia comunidad cristiana, que normalmente coincidirá con la parroquia, pero que se abre también a otras comunidades religiosas de referencia.
      • los sacerdotes- y los miembros de la vida consagrada se esfuercen que cada vez más por animar y propiciar con su manera de ser y actuar el que los laicos puedan, efectivamente, desarrollar los carismas con los que el Espíritu Santo los ha dotado.
      • Yo, en cuanto obispo, haga todo lo posible por impulsar a todos los que formamos nuestra diócesis de Tánger para que seamos, como desea el papa Francisco, una Iglesia “que sirve, que sale de casa, que sale de sus templos, que sale de sus sacristías, para acompañar la vida,sostener la esperanza, ser signo de unidad (…) para tender puentes, romper muros y sembrarreconciliación (FT, 276)».

Que el Espíritu Santo, dinamice nuestra fe, rompa nuestras ataduras, disipe nuestros miedos, nos abra a la esperanza de una santidad plena y de una Iglesia diocesana “comunidad de comunidades” en la que todos los cristianos, conscientes de nuestra propia llamada pongamos al servicio del Reino de Dios todos nuestros dones y talentos. No es una utopía, es una realidad que Jesús quiere hacer posible en nosotros, en medio de la sociedad marroquí en la que estamosinsertos, esperando únicamente que abramos la puerta y le permitamos entrar en nuestra particular morada (cf. Ap 3,20), para que pueda inundarnos con su amor y hacer nuevas todas las cosas.

El Señor os bendiga con la paz.

+Fr. Emilio Rocha Grande, ofm
Arzobispo de Tánger

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