En toda la Iglesia, el día 1 de noviembre celebramos la solemnidad de Todos los Santos, recordando a todos aquellos que gozan ya de la presencia de Dios por su santidad, aunque no tengan un día asignado propiamente en el calendario litúrgico.
El día 2, en cambio, los creyentes ofrecen sus oraciones, sacrificios y la misa para que los fieles difuntos, todos los fallecidos, concluyan la etapa de purificación y lleguen a la presencia de Dios.
También en la Iglesia diocesana de Tánger se celebró, en sus parroquias y comunidades, estas dos conmemoraciones.
En la Catedral de Tánger, el obispo Fr. Emilio, bendijo las tumbas de los presentes en la cripta del templo el día 2. En este lugar están enterrados el P. Lerchundi y los obispos Francisco Mª Cervera y José Mª Betanzos, de la primera mitad del siglo XX. El domingo 5 también hubo una celebración y bendición de las tumbas en el cementerio cristiano.
Desde hace unos años el día de los fieles difuntos está marcado en la comunidad parroquial de San José de Alhoceima por la celebración de la Eucaristía en el cementerio católico de la ciudad ubicado en la zona de la Sabadia.
El cementerio es el original de la fundación de la ciudad en 1925 por los españoles. Se construyó en la zona aledaña al lugar donde se produjo el desembarco de las tropas españolas. Todo el terreno dedicado a los enterramientos se dividió en tres: un cementerio cristiano, uno musulmán y uno judío.
La celebración de este año estuvo presidida por el P. Antonio Elverfeldt, trinitario, y contó con la participación de la comunidad parroquial: los religiosos y religiosas de la ciudad y un grupo de estudiantes subsaharianos de la misma. Además, participaron algunos españoles venidos para la ocasión y que tienen a sus familiares difuntos aquí, y algunos voluntarios de la pastoral penitenciaria de Málaga que estaban de visita. Al final de la eucaristía se rezó un solemne responso por todos los difuntos, en especial, por los sepultados en ese cementerio.