«Tuvimos que reparar algunas ‘heridas’ de la Catedral en pie desde hace 50 años, pero las piedras vivas, que sois vosotros, con la ayuda del diseño del Gran Arquitecto, que es el Espíritu Santo, siempre estuvieron ahí dando testimonio del amor de Dios” (Mons. Agrelo, arzobispo de Tánger, en su homilía).