Deseo hacer eco de lo que Dios hace en nosotros cuando estamos dispuestos a buscarle y, más allá de los posiblestemores, que surgen debido a la diferencia de nuestras tradiciones religiosas. Hemos vivido un encuentro Interreligioso y amistoso, que nos ha dado paz, la de Dios, y que nos ha permitido descubrir sus trazas en el hermano y la hermana.
Con ocasión de la fiesta de San Francisco Javier, nuestra incipiente comunidad asentada en Fnideq, Marruecos ha tenido la intuición de invitar a una oración que refleje el sentido de la unidad islamocristiana y con un motivo específico: orar en favor de la fraternidad universal.
Esta oración en compañía de algunos miembros de la cofradía sufí Alawiya, del cardenal Cristóbal López Romero, sdb, arzobispo de Rabat y administrador apostólico de Tánger, y de los tres misioneros javerianos que componemos la reciente comunidad implantada en Marruecos.
Orar unidos con la atención especial de ver lo que Dios hace en el otro da luz, procura paz y ensancha el corazón, se acrecienta el deseo humano de búsqueda de Dios que se hace presente en el hermano y hermana, lo que trae a mi mente el poema sanjuanista de su cántico espiritual cuando el alma enamorada anda en pos de Dios
«¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
Habiéndome herido;
…
Mil gracias derramando,
pasó por estos sotos con presura,
y, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de hermosura».
Sí, hemos percibido ese sentir en la oración, así dispuesta, y como un deseo impregnado en nuestro ser que descubre en el otro, sea musulmán o cristiano, las mismas fibras sensibles creadas por el Único y misericordioso Dios, al que adoramos y que nos impulsa no solo a orar, sino a disponernos juntos para obrar en favor del otro, sobre todopor los más vulnerables.
En el respeto de la fe del otro y a la vez dejándose alentar por su fe, el estímulo de ser más lo que uno y de así caminar juntos hacia Dios, descubrimos el espíritu de Dios que en su insondable voluntad nos une por caminos que no conocemos, andando en la confianza por la que él nos guía.
Hacer del mundo una familia implica descubrirse miembro de la misma familia, Asmae me escribía: «Muchísimasgracias por permitirnos compartir estas inmensas y cálidas vivencias en el seno de vuestra residencia actual. Gracias desde el corazón por tender puentes para la unión verdadera.❤💚» y del corazón me salían estas palabras: “Dios te bendiga y bendiga nuestro caminar juntos en su búsqueda. Gracias a vosotros por ser ese árbol donde como aves podemos posarnos, pues sin ramas nos sería imposible. Vosotros sois ese árbol con esas ramas que acogen al estilo de Dios misericordioso y que es la fuente del amor ❤«.
A su vez Houda me decía» Ha sido un encuentro maravilloso, he vuelto con mucha energía positiva, mucha esperanza y, sobre todo, con el corazón lleno de amor. Muchas gracias. Dios os bendiga !Salam sobre Issa, Mariam, Mohammad y todos los profetas y santos!«, y yo le respondía «Para mí también ha sido un regalo de Dios, una familia más grande con la cual buscamos juntos a Dios. El signo de la presencia de Dios es la paz, el amor y el deseo de continuar viviendo esos regalos de Dios, la paz siempre esté contigo«
Al terminar nos separábamos con los corazones que ardían y el deseo de orar para crear un «Ribat Essalam» en Marruecos o una «casa de paz» juntos, y además hemos quedado para celebrar el nacimiento de Jesús juntos, así que para navidades, las velas de la esperanza ya están encendidas en nuestros corazones.
Que Dios que inspira su querer a sus criaturas nos guíe allá donde no sabemos y que nosotros andemos por esos caminos desconocidos, dejándonos guiar por el mismo Dios.