LA IGLESIA QUE ESTÁ EN MARRUECOS

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Rabat, 10 de enero de 2021

LA IGLESIA QUE ESTÁ EN MARRUECOS

Pero…¿acaso hay cristianos en Marruecos? ¿Existe la Iglesia Católica en ese país?

Puedo y quiero responder categóricamente: « Sí, la Iglesia Católica existe en Marruecos, y está vivita y coleando, formada por comunidades vivas y entusiastas. En Marruecos somos unos 30.000 católicos, provenientes de más de 100 países; hay dos diócesis –mejor dicho, ¡archidiócesis! – con sus respectivas catedrales en Tánger y Rabat; hay unas 30 parroquias y presencias cristianas, atendidas por 51 sacerdotes (diocesanos y religiosos); unas 30 comunidades de religiosas con 154 hermanas, entre las cuales dos monasterios: clarisas y carmelitas. Los religiosos son 40, entre sacerdotes y hermanos; también un monasterio, el de los trapenses de Nuestra Señora del Atlas, heredero de los mártires de Tibhirine, inmortalizados por la película «De hombres y de dioses». Todo según datos de principios del 2021.

            En nuestras comunidades cristianas hay más hombres que mujeres (cosa que llama la atención), más jóvenes que adultos (más raro todavía) y más negros que blancos (nada raro, puesto que el grupo más numeroso de cristianos es el de estudiantes universitarios subsaharianos)

            Además, esta Iglesia no es de ahora: ¡en 2019 celebramos un Año Jubilar con ocasión de los 800 años de presencia de los franciscanos en Marruecos! Pero podemos ir más lejos: en los siglos III y IV, había en estas tierras obispados (con sus correspondientes obispos) en Tánger, Ceuta, Tetuán, Asila, Larache, Volubilis y Salé. Es decir, que había una vida cristiana extendida y fecunda, porque dio mártires en abundancia (San Marcelo de Tánger y San Daniel de Ceuta, entre otros)

          ¿Y cómo es esta Iglesia que está en Marruecos? Vamos a ver algunas características.

1.-UNA IGLESIA INSIGNIFICANTE… PERO SIGNIFICATIVA

            Insignificante porque pequeña, minúscula, diminuta… Treinta mil católicos entre 37 millones de habitantes no da ni para un 0,1%.

            Para quienes se desaniman y deprimen porque somos pocos y normalmente no aumentamos, el Papa Francisco vino a abrirnos los ojos y motivarnos, cuando en su visita a Marruecos nos dijo: “No es un problema ser poco numerosos; el problema sería ser insignificantes (vacíos de significado), el problema sería llegar a ser sal que no tiene sabor de Evangelio, ¡éste es el problema!, o ser luz que no ilumina a nadie”  “Yo pienso que la preocupación surge cuando nosotros, los cristianos, nos sentimos perseguidos por la idea de que sólo seremos significativos si somos una masa y si ocupamos todos los espacios. Sabéis que la vida se juega en la capacidad de ser “fermento” allí donde nos encontramos y con quien nos encontramos” (Discurso en la Catedral de Rabat, 31.03.19)

            Aunque insignificante, nuestra Iglesia es significativa porque llevamos, en vasijas de barro, un tesoro; tenemos algo que decir y aportar a la sociedad y porque somos un signo y un instrumento del Reino de Dios.

2.-UNA IGLESIA MUY CATÓLICA Y SIGNO DE COMUNIÓN PARA TODOS

            Ese tesoro que tenemos, manifestamos y ofrecemos es, para empezar, el de la comunión. Los pocos que somos provenimos de más de 100 países de los cinco continentes. Mostrar al mundo que es posible vivir en comunión entre nosotros, siendo tan distintos, es ya ser signo de la Trinidad, que es Comunión dentro de la diferencia entre las tres personas.

            En este sentido somos una Iglesia muy católica, es decir, universal. Con razón San Juan Pablo II había dicho a los obispos de África del Norte que “la Iglesia Católica, sin los cristianos de África del Norte, sería menos católica”

            La pluralidad y la catolicidad se refleja también en el clero y en los religiosos; provenimos de, al menos, 40 nacionalidades diferentes. Entre los 51 sacerdotes, 14 son africanos, 6 americanos y 1 asiático; el resto, europeos. Todos son religiosos o “fidei donum” (regalo de la fe, sacerdotes prestados por otras diócesis); sólo uno está incardinado en la arquidiócesis de Rabat, ninguno en la de Tánger).

            Y el establecer amistad y buena relación entre cristianos y musulmanes es un signo de importancia trascendental en nuestros días y en nuestro mundo. Con nuestra vida aquí estamos diciendo a todos: “Musulmanes y cristianos podemos vivir como amigos, más aún, como hermanos” Cuando muchos se empeñan en conducir la historia por la senda del enfrentamiento, el conflicto y la guerra, nosotros damos testimonio de que un mundo de paz y de fraternidad es posible a pesar de nuestras diferencias de todo tipo.

       Una Iglesia pequeña, pero Iglesia-Comunión, una Iglesia-Signo, significativa.

3.-UNA IGLESIA MISIONERA AL SERVICIO DEL REINO

            Sí, nuestro objetivo aquí –y en todas partes, yo creo- no es hacer «engordar» la Iglesia, sino hacer crecer el Reino de Dios en Marruecos, es decir, la justicia y la paz, la vida y la verdad, la igualdad y la libertad, la solidaridad y el amor. Y hacer esto con nuestros hermanos y hermanas musulmanes.

            No trabajamos para la Iglesia ni por la Iglesia; sino que, como Iglesia que somos y en Iglesia, trabajamos al servicio el Reino. El objetivo es el Reino; la Iglesia es el medio, el instrumento. Jesús vino a anunciar, inaugurar e iniciar la construcción del Reino de Dios; ésa fue su misión… y es ahora la nuestra, puesto que somos miembros de su Cuerpo y somos coherederos con Él, partícipes de su ser y de su misión.

            No queremos ser una Iglesia autorreferencial, sino una Iglesia abierta y volcada hacia el exterior, en salida hacia los otros.

            Nuestro modo de acción no es el enfrentamiento o la competencia, sino el unir fuerzas, cristianos y musulmanes, creyentes y no creyentes, hombres todos de buena voluntad, para trabajar juntos en la construcción de ese “cielo nuevo y tierra nueva”…”en los que ya no habrá ni llanto ni luto ni dolor”, en los que “la misericordia y la verdad se encuentran, la justicia y la paz se besan” (Salmo 85)

            Queremos ser, pues, una Iglesia en misión, una misión que no es otra sino la de Cristo: hacer que el mundo sea lo más próximo posible al Reino de Dios.

4.-UNA IGLESIA DE EXTRANJEROS, PERO NO EXTRANJERA

            Igual que la Palabra de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros, así también nuestra Iglesia quiere estar encarnada y al servicio del pueblo marroquí.

            El gran servicio que nosotros prestamos aquí es el de ser testigos de Cristo, testigos del amor de Dios, a través de nuestra vida de comunión y de nuestra vida de oración (queremos ser «orantes en medio de un pueblo que reza»).

            Además, como tercera pata del trípode, prestamos otros «pequeños» servicios, que son las actividades de las que somos responsables: las escuelas (15 escuelas católicas con 12 000 alumnos), los centros de salud, los centros socio-culturales y bibliotecas, Cáritas (unos 10.000 migrantes atendidos cada año y otros tantos marroquíes), etc.

            En este país, los cristianos somos todos extranjeros, pero queremos que nuestra Iglesia sea marroquí. Por eso nos esforzamos en conocer y amar la lengua, la cultura, la historia de este pueblo que nos acoge y nos permite vivir nuestra fe.

            Es el principio teológico de la Encarnación, fundamental en toda pastoral, en toda acción eclesial; no de balde Dios, para salvarnos, humanizarnos y divinizarnos, quiso encarnarse y ser “Dios-con-nosotros”, en todo igual a nosotros menos en el pecado.

5.-UNA IGLESIA DEL DIALOGO Y DEL ENCUENTRO

            Los musulmanes no son nuestros enemigos ni nuestros adversarios ni la competencia. Son nuestros hermanos y hermanas y nosotros queremos salir a su encuentro, para establecer un diálogo que comienza por la amistad y la convivencia, continua por el trabajo conjunto al servicio de las grandes causas de la humanidad y culmina en el compartir la fe y la oración si se puede.

            El diálogo, nos dijo el Papa cuando nos visitó hace dos años, “no es una moda, y menos todavía una estrategia para hacer crecer el número de miembros de la Iglesia… Si la Iglesia debe entrar en diálogo es por fidelidad a su Señor y Maestro, el cual, desde el comienzo, movido por el amor, ha querido entrar en diálogo como amigo e invitarnos a participar de su amistad. Así, como discípulos de Cristo, somos llamados, desde el día de nuestro bautismo, a ser parte de ese diálogo de salvación y de amistad del que somos los primeros beneficiarios” (Discurso en la Catedral de Rabat, el 31.03.19)

            Y que el diálogo no es una moda o una manía de nuestros días, sino una realidad teológica y profundamente bien fundada nos lo demostraba citando a su predecesor, San Pablo VI en la Encíclica Ecclesiam Suam: “La Iglesia tiene que entrar en diálogo con el mundo en el que vive. La Iglesia se hace Palabra; la Iglesia se hace mensaje; la Iglesia se hace conversación” (Nº 67)

            Por eso el Papa Francisco nos recordaba que “en estas tierras, el cristiano aprende a ser sacramento vivo del diálogo que Dios quiere iniciar con cada hombre y cada mujer, sin importar su condición de vida. Un diálogo que, en consecuencia, estamos invitados a realizar a la manera de Jesús, dulce y humilde de corazón, con un amor ferviente y desinteresado, sin cálculos y sin límites, en el respeto de la libertad de las personas” (Discurso en la Catedral de Rabat, el 31.03.19)

            Un icono que gustamos de contemplar y meditar es el de la Visitación de María. Ella sale de Nazaret y se dirige a casa de Isabel para ayudarle… pero llevando a Cristo con Ella y en Ella. En el encuentro entre las primas, el Espíritu hace su trabajo y manifiesta, más allá de la voluntad e intención de los protagonistas del mismo, la presencia de Cristo, que es precisamente el lugar de encuentro por excelencia y en plenitud entre Dios y el hombre.

            En esta dimensión, como en otras, nuestra Iglesia de Marruecos pretende ser una “Iglesia en salida”, no replegada sobre sí misma, no autorreferencial. Nuestro lema pastoral el año pasado y el actual es, precisamente, “Bautizados y enviados, seamos sacramento del encuentro”

6.-UNA IGLESIA ECUMÉNICA

            Como hay que predicar con el ejemplo, los cristianos de distintas confesiones hacemos el esfuerzo por vivir la comunión entre nosotros. La colaboración entre católicos, protestantes, anglicanos y ortodoxos es fuerte y extendida.

            Hemos constituido, con humildad y simplicidad, el COEM (Consejo Ecuménico de las Iglesias de Marruecos), en el que, convocados por el arzobispo, compartirnos las alegrías y las penas, los pasos hacia adelante y las dificultades.

            El compartir la fe entre todos los cristianos es bastante normal, y no sólo en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Nos ayudamos; de hecho, en por lo menos siete de nuestras parroquias católicas, la Iglesia Evangélica tiene la oportunidad de utilizar los locales para la celebración del culto. En la puerta de la iglesia de Uchda (la más antigua a partir de la época del protectorado) encontramos escrito: “10 h, misa católica; 12 h, culto protestante”.

            Desde 2012 funciona en Rabat el “Institut Oecuménique de Théologie Al Mowafaqa” (IOTAM), creado por iniciativa del arzobispo de Rabat y del presidente de la Iglesia Evangélica en Marruecos. Al Mowafaqa significa “el acuerdo” y este nombre fue propuesto precisamente por el Ministro de Asuntos Islámicos, a quien se presentó la iniciativa antes de ponerla en marcha. De ahí el lema del Instituto: “S’accorder et servir”, “Ponerse de acuerdo y servir”.

            El Papa Francisco, en su visita a Marruecos, habló del Instituto en estos términos: «Considero también como un signo profético la creación del Instituto Ecuménico Al Mowafaqa, en Rabat, en 2012, por una iniciativa protestante y católica en Marruecos, instituto que quiere contribuir a promover el ecumenismo así como también el diálogo con la cultura y con el Islam. Esta loable iniciativa traduce la preocupación y la voluntad de los cristianos que viven en este país de construir puentes para manifestar y servir a la fraternidad humana» (Discurso en la Tour Hassan, el 30-03-19)

            En el Instituto se ofrece la posibilidad de seguir los “Estudios Eclesiásticos Institucionales” (licencia en 4 años), un “Curso para el Diálogo entre las Culturas y las Religiones” (5 meses, de enero a mayo, obteniendo el Certificado correspondiente) y un “Seminario de Islamología” (10 días en el mes de julio). Hay también una “Formación para los Responsables de Iglesias domésticas (“de maison”)” (FOREM)

            Lo interesante es que en Al Mowafaqa, tanto entre los estudiantes como entre los profesores, hay católicos, protestantes y musulmanes. Muchas asignaturas o materias se enseñan a dos voces, es decir, con un profesor protestante y otro católico.

            Todo en un ambiente ecuménico de apertura, descubrimiento y aprecio del otro, y también con una inmersión total en el mundo musulmán, lo que da un tono peculiar a todo lo que se estudia y se hace.

        En resumen, ¡que en Marruecos vivimos intensamente la dimensión ecuménica entre cristianos, característica propia de toda la Iglesia universal!

7.-UNA IGLESIA SAMARITANA

            Sí, una Iglesia que, como el Buen Samaritano, quiere pararse en el camino al lado de quien sufre, de los que están en necesidad, de los más débiles… para curarlos, para cuidarlos, para escucharlos, para darles una nueva esperanza.

            A través de Caritas y la Delegación Diocesana de Misiones nuestra Iglesia cultiva esta dimensión samaritana, sobre todo a favor de los migrantes que sufren y que son vulnerables. Con ellos intentamos conjugar en hechos concretos los cuatro verbos que el Papa nos propone: “Acoger, proteger, promover e integrar”

            Pero no es sólo lo que se hace con los migrantes subsaharianos; además de lo dicho más arriba (escuelas, centros culturales, etc), diversas congregaciones, grupos y parroquias trabajan en el mundo de la salud (incluso como enfermeras en la salud pública), apoyan asociaciones en favor de los discapacitados y establecen obras para ellos (una escuela de sordo-mudos, por ejemplo, como también centros y casas de acogida para discapacitados profundos o jóvenes embarazadas solteras), organizan guarderías en zonas y para familias desfavorecidas, trabajan en la alfabetización y promoción de la mujer, actúan en el mundo rural (cooperativas, perforación de pozos, etc), salen al paso de quienes no pueden pagar un tratamiento médico o los medicamentos necesarios…

            Es la diaconía, es el mostrar la fe con obras, es la fraternidad activada…

8.-UNA IGLESIA JOVEN, DINÁMICA, ALEGRE Y FESTIVA

            Alegría, dinamicidad, espíritu de fiesta, juventud: todo esto lo hemos recibido a través de nuestros hermanos provenientes de muchos países del África subsahariana, que vienen, con beca o sin ella, a estudiar en este país.

            En muchas de nuestras comunidades ellos son todos, o la mayoría. Ellos han hecho bajar la media de edad de los cristianos de Marruecos en torno a los 35 años. Ellos ponen la música, la danza, el color, la alegría a nuestras celebraciones. Con ellos siempre es fiesta y gracias a ellos cada año celebramos festivamente unos 40 bautismos de jóvenes-adultos y casi un centenar de confirmaciones.

            Los jóvenes están organizados en la AECAM (Aumônerie des étudiants catholiques au Maroc), a la que pertenecen varios miles de ellos, nucleados en al menos 18 parroquias de las dos diócesis.

            Y con ellos, gracias al apoyo de “Ayuda a la Iglesia Necesitada” y de las “Obras Pontificias Misioneras”, organizamos cada año pequeños retiros de Adviento y de Cuaresma y, sobre todo, la Universidad de Verano, un encuentro de formación de jóvenes cristianos en tres sesiones de una semana cada una; participan un centenar de jóvenes de unos 20 países diferentes. La pandemia del COVID, en lugar de arredrarnos, nos ha posibilitado, gracias a la tecnología, extender la participación a más de 200 jóvenes.

            La dinamicidad de la juventud tiene su lado difícil: están unos años y, acabados los estudios, se van. Cada año un cuarto de los cristianos (25%) se marcha. No sólo los estudiantes: también los diplomáticos, los hombres de empresa, los profesores de colegios extranjeros… nos dejan después de cuatro o cinco años; felizmente otros los reemplazan, pero ello hace que siempre tengamos que empezar de nuevo, lo que no nos deja dormirnos en los laureles.

            ¡Una Iglesia llena de vitalidad y juventud: qué regalo de Dios!

9.-UNA IGLESIA PUENTE

            Tenemos una vocación muy clara: ser constructores de puentes (¡pontífices!). El Papa es llamado “Soberano Pontífice”; él es el “supremo”, pero cada uno de nosotros somos también, por el bautismo, “pontífices”.

            Cuando llegué a Marruecos en 2003, concretamente a la ciudad de Kenitra, me enteré de que esta palabra –Kenitra- significa “pequeño puente”. Agradecí al Señor este guiño providencial que me indicaba mi vocación y misión en Marruecos: convertirme en un Kenitra, en un pequeño puente.

            Nuestra Iglesia se siente llamada a ser «puente» entre cristianos y musulmanes, entre África y Europa, entre negros y blancos, entre oriente y occidente, entre jóvenes y adultos, entre protestantes y católicos. Más aún: entre Dios y los hombres, como Cristo, su esposo y maestro, su Señor y Salvador.

            Ser y construir puentes más que muros y fronteras es nuestra vocación, y creo que la de toda la Iglesia y de todo cristiano: somos puentes entre Dios y el mundo.

10.-UNA IGLESIA APASIONADA Y APASIONANTE

            Somos -queremos ser- una Iglesia apasionada y apasionante.

            Apasionada por Cristo y por Marruecos, que son los dos pilares de nuestra razón de ser y de existir aquí.

         Apasionante por todo lo que Dios nos permite descubrir y vivir aquí, por el testimonio hermoso y potente que dan tantos hermanos nuestros a todos los que nos visitan y nos conocen por primera vez… como quizás tú, querido lector, que has tenido la paciencia de llegar hasta el final de estas líneas.

+Cristóbal cardenal López, sdb
Arzobispo de Rabat
Administrador Apostólico de Tánger