Ser testigos vivos de comunión según Dios

Viviendo en Marruecos en dónde la fe en Dios brota en lo cotidiano y es muy palpable en la oración continua de nuestros hermanos y hermanas musulmanes, brota en nosotros el deseo de vivir nuestra fe en Dios a través de la comunión y el testimonio misterioso de la unicidad en el Dios que crea la comunión entre nosotros. Sin pretender abarcar el mensaje que Mons. Emilio Rocha Grande ofm, arzobispo de Tánger, nos ha comunicado hoy y que hemos querido acoger en la fiesta de la Trinidad en la capilla de San Francisco de Asís de M’diq.

Como él notaba, nosotros somos una pequeña comunidad creyente, compuesta de diferentes nacionalidades y lenguas, una comunidad creyente que busca a Dios y lo hace presente a través la comunión entre sí y en medio del pueblo en el que vive. Una pequeña comunidad  de corazón grande.

Éramos apenas dieciocho personas que más o menos nos encontramos cada domingo para vivir juntos la fe, queríamos orar por nuestro reciente arzobispo, por su ministerio episcopal, queríamos verlo y acogerlo en nuestra comunidad, escuchar su palabra, orar juntos, conocernos, compartir con él también un momento de fraternidad y, vaya la redundancia, de comunión.

Sí, todo esto ha sido un regalo, su persona y sencillez, su cercanía y por otro lado nuestro deseo de estar con él y vivir un momento con él. Se han combinado muchos elementos entre los cuales podemos destacar la solemnidad de la Trinidad, única e indivisible y expresada en nuestra fe cristiana en el misterio de la Trascendencia inabarcable, de la Encarnación a veces tan indescifrable, en el misterio de la presencia divina en nuestro andar cotidiano que nos empuja a amar y a crear comunión.

Tanto la charla más o menos informal de presentación y toma de contacto como el ágape fraterno vivido y compartido nos han permitido gozar de la belleza de sabernos caminantes como creyentes y necesitados unos de otros para continuar nuestra fe y seguir viviendo la comunión.

Al escribir estas palabras son más las impresiones internas que deja el sabor del encuentro que las palabras exactas pronunciadas, son más los deseos sembrados de seguir caminando y crear la comunión que la transmisión exacta de esos deseos, es más la experiencia divina comunicada en lo vivido que la traducción exacta en un lenguaje comprensible.

Continuemos a vivir nuestra fe cristiana que nace del misterio trinitario revelado en Jesucristo y a crear comunión con los hermanos y hermanas que nos rodean.

Gracias Mons. Emilio por ser persona de comunión y hermandad, gracias por tu visita y el buena sabor de fe que has sembrado en nuestros corazones.