Gracias a 74 años de presencia de las eclesianas

El domingo 29 de septiembre, en la Catedral del Espíritu Santo de Tánger se congregaron más personas de las habituales, ya que era la ocasión de dar gracias a Dios, en el contexto de la Eucaristía, por la presencia del Instituto Secular “Pro Ecclesia” durante casi 75 años en el territorio de la Archidiócesis de Tánger.

Estaban presentes cuatro de las eclesianas (así llamadas familiarmente): María Rosa, Enaam, Manoli y Mari Carmen, que representaban, en cierto modo, a todas las hermanas del Instituto, del pasado y del presente.

Esta celebración sirvió también para dar la despedida a Yolanda Moreno, carmelita de la caridad vedruna, que después de 12 años en la comunidad presente en la ciudad de Tánger, ahora se traslada a Madrid.

Una eucaristía llena de agradecimientos desde el corazón, en el marco de la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado, que se celebraba ese día. Una realidad, la de los migrantes, que forma parte de la vida de la Archidiócesis de Tánger y por la que, tanto las eclesianas como las carmelitas, entre otros, ofrecen su testimonio y su compromiso.

El Instituto Pro Ecclesia nació iluminado por la Constitución Apostólica Provida Mater Ecclesia, (1947) del papa Pío XII. El fundador fue el sacerdote D. Luis Riba Altarriba, nacido en Vic (Barcelona) en 1910 y fallecido en 1966, y las pioneras fueron tres mujeres jóvenes: Rosa LLobet, Rosita Corbella y Asunción Moix. Su fin primario y principal es la gloria de Dios y la perfección cristiana de sus miembros. Su fin secundario: el servicio a la Iglesia, particularmente en los países de misión. Su distintivo es la caridad y el amor especialísimo a la Virgen María, primera eclesiana, y modelo a imitar.
En 1950 fueron acogidas en Tánger por Monseñor Aldegunde, iniciando aquel año un camino apasionado y apasionante de servicio a la Iglesia y a la población marroquí, buscando de modo muy particular la promoción de la población femenina (véase más abajo el recorrido de su presencia en la archidiócesis).
En el momento actual, debido a la escasez de vocaciones que afecta globalmente a la vida consagrada, el Instituto se ha visto en la necesidad de abandonar esta tierra del Norte de Marruecos, aunque la semilla sembrada aquí continua viva, de modo diferente, sea por el recuerdo cariñoso que se tiene a las eclesianas, sea porque las escuelas Artes y Oficios, de corte y confección, de Tánger y Tetuán, continúan su servicio a las mujeres bajo otras estructuras organizativas.
En su homilía, Fr. Emilio Rocha, ofm, arzobispo de Tánger, recordó su trayectoria al servicio de la Iglesia local y de la sociedad marroquí y concluyó con estas palabras:

Gracias a Dios, rico en misericordia, que no deja de mostrarnos su benevolencia. Gracias al Instituto “Pro Ecclesia” por todo el bien desarrollado a lo largo de estos 74 años de presencia en Marruecos; gracias a vosotras María Rosa, Manoli, Mari Carmen y Enaam. El Señor siga acompañando vuestros pasos. En Tánger seguís teniendo vuestra casa y seguís teniendo a vuestros hermanos y hermanas. No nos olvidéis, lo mismo que nosotros no nos olvidaremos de vosotras.

Al final de la misa, Maria Rosa Clotet, en nombre de las eclesianas, también expresó su agradecimiento: a la Iglesia en Tánger y sus obispos; al pueblo marroquí; a los estudiantes y migrantes subsaharianos; a toda la vida consagrada; a todos los seglares con los que han trabajado en la pastoral, catequesis, liturgia, caritas… etc. En resumen, a todas las personas con las que han convivido y trabajado codo a codo por una sociedad más respetuosa, más humana y más fraternal. A todos, les decía:

”Sencillamente cambiará nuestra presencia, pues, desde la retaguardia, con nuestra oración y cariño seguiremos muy unidas a la Iglesia que peregrina en Marruecos”.

La fiesta de agradecimiento continuó después de la eucaristía, con la visita a la exposición sobre la presencia del Instituto Pro Ecclesia en la Archidiócesis de Tánger, preparada en la Sala de la Memoria del Archivo diocesano, que se había inaugurado el día anterior. La conclusión fue el momento de intercambio en el claustro del obispado, en el que los presentes pudieron agradecer personalmente a las eclesianas, y a Yolanda, su testimonio y su presencia aquí.


Breve recorrido de la vida y misión de las eclesianas en Marruecos

El 31 de enero de 1950 llegan a Tánger las primeras eclesianas. Se alojan en Casa Riera. La misión que tenían encomendada era colaborar en las tres parroquias de Tánger, gestionar el archivo diocesano y gestionar una escuela. En la capilla del Niño Jesús, volcaron sus primeros esfuerzos: catequesis y escuela para mujeres, donde unieron formación y acción social.

En 1952 con la llegada de alguna hermana más, abren una nueva presencia en Tetuán y en Tánger, salen de Casa Riera para trasladarse al barrio de Colón.

En Tetuán se les encomienda, entre otra cosas, la formación de las jóvenes, dar clases en la escuela de las franciscanas, catequesis y atención a los enfermos desde un dispensario.
En la barriada de la telegrafía o barriada Colón de Tánger tuvieron su primera vivienda propia de Pro Ecclesia. Su misión principal era dar respuesta a la realidad educativa de los niños del barrio, creando una escuela para ellos.

En 1954, el Sr. Obispo les encomienda una nueva tarea: industrializar la leche de la granja de la Misión Católica. Y así fueron especializándose en la elaboración de una gran variedad de productos lácteos.

El 27 de abril de 1955 se trasladan al recinto de la catedral. El arzobispo les encomendó la gestión del Palacio Episcopal. En la parte baja de la casa se instaló la lechería.
Para ir dando respuesta a necesidades nuevas tuvieron que ir cerrando otras actividades que ya habían cumplido su fin. Así cerraron la escuela de la barriada Colón.

De 1955 al 59 estuvieron en Beni-Makada atendiendo a familias que vivían en una pobreza severa y crearon una escuela para niños.

De 1959 al 65 comienzan una nueva misión atendiendo a la Iglesia francófona y a la comunidad de franciscanos. Además, en 1965 van a Martil para encargarse de un Hogar infantil.

Al siguiente año, en 1966 crean un hogar de protección para chichas jóvenes, ubicado en la planta baja de la Catedral. Y dos años más tarde se dio la creación de un Club para jóvenes, proporcionandoles un punto de encuentro y una formación.

Desde 1959 hasta 2024 han estado gestionando y colaborando en Caritas Parroquial de Tánger en muy diversas tareas.

En 1965 abrieron la Escuela Hogar Artes y Oficios, en Tánger y Tetuán.

De 2011 a 2022 han formado parte de la Delegación Diocesana de Migraciones.