Viene a ser la misma cosa hablar de la Jornada Diocesana de la Juventud o de los Peregrinos de la Esperanza, que se han reunido en Martil del 18 al 21 de julio 2024. Casi una sesentena de jóvenes católicos, provenientes de más de 20 países, deseosos de crecer en la fe, compartir sus esperanzas, tejer relaciones de fraternidad y expresar la alegría de vivir celebraron este encuentro en los locales del Centro Lerchundi de Martil, antigua iglesia de la localidad.
He aquí algunos testimonios, a modo de ejemplo: Hermann, de Chad (aunque ahora reside en Nador) haciendo balance de estos días, nos confía que para él «la JDJ ha sido un evento significativo que ha reunido a los jóvenes para celebrar su fe, su cultura y su solidaridad. Nos ha ofrecido a los jóvenes la oportunidad de encontrarnos, compartir nuestras experiencias y fortalecer nuestro compromiso espiritual. Ha sido un momento de alegría, reflexión y fortalecimiento de los vínculos entre los jóvenes y nuestra fe». Para Jean Bernard, malgache de la Parroquia de Santiago el Mayor, de Nador, han sido sobre todo días para «orar y compartir la Palabra de Dios». Por su parte, Stephan, joven camerunés de la Catedral del Espíritu Santo, nos comparte que ha sido «un momento de encuentro, de cercanía, de compartir y sobre todo de encuentro juntos. En definitiva la JDJ nos ha permitido conocernos más de cerca».
Esta experiencia de vida se ha desgranado en un programa elaborado por la Comisión diocesana de Familia y Juventud, con la contribución de las parroquias y otras entidades de la Iglesia, así como de personas de buena voluntad y otras fes religiosas, en la que se han alternado los momentos de formación, de trabajo sobre el Plan Diocesano Pastoral, de oración y sacramentos, espacios diálogo, para el recreo y la cultura, etc.
El jueves 18 de julio Fr. Emilio Rocha, ofm, arzobispo de Tánger, compartió la tarde con los jóvenes, a los que animó a ser plenamente jóvenes y cristianos, con todas las características que una cosa y otra comporta. Se estableció un diálogo con él sincero, donde los jóvenes plantearon sus inquietudes abiertamente: ¿Por qué Dios permite el mal, las cosas malas que nos pasan? ¿Dios nos perdona o pagamos de alguna manera por nuestros pecados? En la eucaristía, comentando el evangelio, Fr. Emilio les animaba a vivir como Jesús: «Si queremos seguirlo a Él, manso y humilde, se trata de estar en esta tierra, con la mirada fija en Dios, los pies en la tierra de Marruecos y preguntarnos cómo puedo yo sembrar vida y esperanza».
El primer día acabó con una velada espiritual multireligiosa en la que intervino un grupo de miembros de la Cofradia Alawiya, agrupación sufí presente en diversos lugares de Marruecos, y la coral protestante de Martil. Fue un momento para vivir una sinfonía espiritual, respetando y valorando cada credo, sintiendo que Dios es maravilloso en la expresión de fe de los demás y que esto nos enriquece mutuamente. Se pudo comprobar que los momentos espirituales como ese derrumban las fronteras y crean puentes de amor y de fraternidad.
El segundo día empezó con un tiempo de profundización sobre el contenido del mensaje del papa Francisco para la Jornada Mundial de los Jóvenes de este año, que daba título a la Jornada Diocesana: «Alegres en la esperanza» (Rm 12, 12). Después de una divertida excursión a la playa, por la tarde hubo tiempo para la adoración eucarística, vivida con mucha intensidad, y, después de cenar, un momento de «micrófono abierto» en el que los jóvenes intercambiaron sus expectativas y sus deseos para esta Iglesia que camina en Marruecos.
El sábado 20 fue un día especial ya que contó con la participación de un numeroso grupo de jóvenes de España que realizaban una experiencia de voluntariado en Tánger durante la segunda mitad de julio, acogidos en la fraternidad franciscana. La riqueza intercultural de estos días aumentó con su presencia y su contribución activa. Todos los momentos se integraban a lo largo del día con mucha armonía: juegos y comida en la excursión al parque Sed Smir, donde también los jóvenes pudieron rezar el vía crucis; tiempo a disposición para el sacramento de la reconciliación y rezo del rosario por la tarde; conclusión en una velada cultural con danzas, teatro, poesía, etc.
La clausura de la Jornada Diocesana de la Juventud tuvo lugar el domingo 21, con dos momentos fundamentales. En primer lugar, la eucaristía en la Parroquia de Nuestra Señora de las Victorias, en la que la comunidad parroquial se enriqueció con la presencia de los jóvenes. A continuación, la comida y, sobre todo, el pastel de la JDJ, para celebrar por todo lo alto, con alegría y esperanza, todo lo vivido y compartido en esos cuatro días.
Sin duda, la JDJ no acaba aquí… Es fácil que haya próximas ediciones, las ganas están. Pero además, el espíritu de esta Jornada sigue vivo en los jóvenes presentes y es semilla de esperanza en sus vidas cotidianas. ¡Hasta la próxima!